El charro, en México, es históricamente el hombre a caballo del campo, el ranchero, que trabajaba en las haciendas y zonas rurales desempeñando todos los oficios y quehaceres del campo a caballo, como los oficios de vaquero y caporal, entre otros. Era conocido por su condición de hábil jinete, por su destreza en el manejo del lazo, y por su traje típico diseñado especialmente para montar a caballo. Hoy en día, se le da este nombre a alguien que practica la charrería.
En México, los charros aprendieron de los charros salmantinos el trato con el ganado, bravo, manso o morucho (cruce de bravo y manso), llevado a América por los vaqueros españoles y los frailes que se establecieron en Nueva España a lo largo del siglo XVI y XVII; en los ranchos y haciendas existe desde el siglo XVIII, la figura del «caporal» que era el encargado de organizar el trabajo de campo. En las ganaderías bravas, el caporal era y es actualmente el “capataz” como se le denomina en las fincas de Andalucía, Salamanca y Extremadura.