La Catedral de Salamanca revive el Renacimiento con la restauración de sus instrumentos
El Ministerio de Cultura, a través del Instituto del Patrimonio Cultural de España (IPCE), ha restaurado cuatro instrumentos de música de la colección de la Catedral de Salamanca, datados en la primera mitad del siglo XVI. Estas valiosas piezas incluyen una chirimía soprano, una chirimía bajo o bombarda, un arpa barroca de dos órdenes y una trompa marina. Además, se han recuperado dos escuches para chirimías, un estuche para cornetas mudas, otro para cornetas curvas y un estuche para 10 tubos de flautas. Estas piezas, de gran valor organológico, fueron halladas en la sacristía de la Catedral de Salamanca posteriormente a la restauración realizada en 1993 en el taller del Museo de la Música de Barcelona de varios instrumentos de la colección.
La intervención, llevada a cabo por la empresa de restauración Batea bajo la dirección del IPCE, no solo asegura la preservación de estos instrumentos, sino que también posibilita el estudio de estos elementos y la reconstrucción de la música de la época. Esta contribución quedó demostrada durante la presentación en la sala Santa Catalina de la Catedral, donde el ministril Juan Alberto Pérez Varela, de Ensemble La Danserye, tocó uno de esos instrumentos. De esta manera acercó a los presentes la música y el sonido que conforman la “banda sonora de nuestras catedrales”, como señaló el gerente de la Catedral, Raúl Vicente.
Según el IPCE, “las piezas presentaban daños principalmente en los estuches, con sus bases muy afectadas por acción de la humedad con pérdidas de materia y deformaciones”. La restauración, que ha durado un año, no solo ha abordado estos problemas, también ha fortalecido la estructura de estos instrumentos, asegurando su conservación futura.
Estos instrumentos, pertenecientes a la colección de la Catedral de Salamanca, que alberga 20 piezas musicales y varias fundas de diferentes instrumentos que sabemos que existieron en la seo, representa un documento único dentro de la organología europea, siendo uno de los pocos conjuntos instrumentales de un grupo de ministriles catedralicios del Renacimiento Hispánico. Además, reflejan la evolución en su uso musical y de su adaptación a las nuevas necesidades y criterios expresivos y sonoros que caracterizarían al estilo Barroco.
El deán del Cabildo Catedral, Antonio Matilla, expresó su alegría porque “hemos podido realizar por fin un viaje en el tiempo. Hemos vuelto al siglo XVI-XVII, hemos asistido al cambio cultural que supuso el paso del renacimiento al barroco”. Los instrumentos y las fundas fueron hallados después de permanecer ocultos durante 400 años.
El gerente de la Catedral, Raúl Vicente, destacó la singularidad de esta colección de instrumentos, calificándola como “única en el mundo”, resaltando la suerte de tenerla en Salamanca, en la Catedral. Algunos de estos instrumentos “sólo están alcance de los inventarios reales” o se conservan en museos, “pero esta colección está exactamente donde se encontró y se usó para el culto divino”, como apuntó el musicólogo Juan Alberto Pérez.
Este experto destacó la calidad de los instrumentos y la variedad de fundas encontradas, que también proporcionan valiosa información. Aunque en algunos casos no se haya conservado el instrumento al que pertenecían, se tiene el conocimiento de que los ministriles de la capilla “contaban con una variedad de instrumentos, como cornetas, sacabuches, bajones y bajoncillos”, entre otros. La restauración de una de las fundas también revela que “en Salamanca había un conjunto de al menos diez flautas, algunas de ellas eran bastante grandes por su diámetro”. También se conocen detalles sobre cómo estaban organizadas “con dos tiples, dos altos cuatro tenores y dos bajos”.
Juan Alberto explicó la labor de los ministriles, cuya misión era “llenar de música todo el templo”, “tañer música para las fiestas, tocar en el coro y acompañar las voces en las capillas de música de las catedrales y colegiatas. Para este músico, el primer paso para reconstruir la música de esa época es la restauración de las piezas. “Después se miden y se estudian para intentar reconstruirlos para ver cómo sonaban”, aunque algunos de ellos no podrán ser tocados para evitar su deterioro, especialmente los de viento-madera. Este experto subrayó que si no se reconstruyen estos instrumentos “perderemos la capacidad de reconstruir la música de esa época y disfrutarla”.
Otros instrumentos que han sido restaurados son una trompa marina y una parte de un arpa ibérica de dos órdenes al que le falta la caja armónica, que “se caracteriza por tener cuerdas cruzadas y que fue muy popular desde finales del siglo XVI hasta el siglo XVIII que dejó de utilizarse”, como señaló Juan Alberto Pérez.