Escribe Vicky Vilches para El Debate que el pequeño Juan ha venido al mundo con un bombón debajo del brazo. Podía haber sido con una hogaza o con un hornazo, pero ha sido con una bolita de chocolate y almendra envuelta en papel dorado. Juanito nació el pasado 14 de noviembre, es el más joven vecino de la Alberca, el pueblo salmantino que celebra estos días con regocijo su condición de ganador de la décima edición del concurso de los bombones que más brillan. A decir verdad, los salmantinos son poco de brilli-brilli, más de cardar la lana que de criar la fama, pero también son muy de todos a una y de sacar pecho por su tierra, aunque lo hagan con un sentido de la elegancia muy diferente a como se entiende en las fiestas de las lujosas residencias de Puerta de Hierro. El video de apoyo de Vicente Del Bosque a la candidatura de La Alberca para este concurso parece un comunicado de un alto cargo del KGB si se compara con aquellos anuncios que hacía Isabel Preysler cuando era embajadora de la marca de bombones.
Esa Salamanca austera pero auténtica, llena de verdad y de honestidad, lejos de postureos bien pagados, parece que ha conquistado a los votantes y ha animado a volcarse en el concurso a un pueblo orgulloso de su tierra. «Hemos participado todos, los que más, los niños», asiente David, panadero, que días pasados hacía las hogazas con un «Vota La Alberca» en ellas. Hasta el más joven de los albercanos, Juanito, se ha sumado al entusiasmo general. «Yo me hice una foto con él y el cartel de Ferrero y la pusieron en el internet. Y en el primer anuncio sale en la tripa de su madre», declara orgullosa su abuela Mari Luz. También confitera, tiene su propia historia. Se da la circunstancia que La Alberca es uno de los pocos pueblos de España fuera de Levante que elabora su propio turrón, el único de Castilla y León. La abuela de MariLuz también era turronera y ella tiene su propio establecimiento de dulces donde solo se despacha producción casera: perronillas, rosquillas, hornazos, y turrón, naturalmente. «Me gusta lo tradicional de nuestra tierra, pero también me gusta crear», declara. «Y le voy a decir una cosa: yo inventé el turrón con jamón ibérico, del que ahora tanto se habla, con un producto muy de la tierra». La Alberca está a unos 50 kilómetros de Guijuelo, tierra de pata negra y embutido y no lejos de hermosas Arribes del Duero.
Las turroneras se colocan con sus productos todo el año en la plaza porticada, centro neurálgico del pueblo, donde en este momento se centran los preparativos de la decoración navideña. Ferrero Rocher ha pedido a los habitantes que no hagan fotos hasta que todo esté terminado y el televisivo Jesús Vázquez, catódico Mister Marshall, muestre el resultado de la muy esperada iluminación y decoración navideñas. «Ahora traen decoradores y todo, claro, no es lo mismo que cuando lo hace el electricista de la zona», comenta Mariluz, orgullosa albercana que reivindica que «la que ponía el Ayuntamiento era bastante apañada». El austero carácter castellanoviejo y la falta de presupuestos es patente en las zonas menos pobladas de la España vacía en estas fechas. Cuando se pasa por los pueblos de la región, a veces tan solo se encuentra una triste ristra de bombillas y un cartel de Feliz Navidad que cruza la arteria principal de esta Salamanca olvidada, especialmente la que linda con Portugal, las Arribes del Duero, de donde traen las almendras y la miel para el turrón de La Alberca. No es infrecuente observar que le falta alguna letra a estos carteles que adornan pueblos sumidos en el olvido. F LIZ NAV DAD.
La Alberca es seguramente uno de los pueblos más turísticos de Salamanca y tiene a gala ser el primer pueblo de España declarado monumento histórico artístico, en 1940. Pintoresco, bien cuidado, con personalidad y encanto, suele aparecer en esas listas al huso de los pueblos más bonitos de España. Con o sin mención en esas listas, con o sin el brilli brilli navideño, La Alberca merece una visita. Sus calles empedradas, sus reconocidas fachadas, su cercanía a la Sierra de Francia, hacen de este pueblo de algo más de mil habitantes uno de los más singulares de Castilla y León. En él destaca esa Plaza Mayor de aspecto medieval, con unas columnas de granito que sustentan los pórticos sobre los que se levantan las casas con balcones de forja que lucen vivos colores de sus flores en primavera y verano. Pero ahora es tiempo de lucecitas y de abetos.
Una curiosa similitud entre Ferrero Rocher y el pueblo salmantino es el carácter religioso de ambos. Michele Ferrero, fundador de su imperio de chocolate, el Willi Wonka italiano, nombró a su conocida creación haciendo alusión a Rocher de Massabielle, una gruta en el santuario católico de Lourdes, donde el empresario peregrinaba cada año con su familia y empleados. Además, hizo colocar una virgen en cada fábrica y oficina. Muy cerca de La Alberca se encuentra el Santuario de Nuestra Señora de la Peña de Francia, patrona de la provincia de Salamanca. El hallazgo de la imagen de la Virgen de la Peña de Francia en el siglo XV fue de vital importancia para el pueblo, una vez convertido el santuario construido posteriormente en un lugar de peregrinación. Por aquí empezaron a pasar los peregrinos del Camino de Santiago que recorrían el conocido como Camino del Sur por la Calzada de la Plata. Fue tal la importancia de esta virgen que incluso es mencionada por Cervantes en El Quijote. En los dinteles de las puertas de las casas más antiguas de la Alberca suele haber inscripciones religiosas, lo que podría indicar que sus pobladores eran conversos y utilizaban este método para reafirmar su fe.
«También es muy religiosa Tamara Falcó», le comentó a Mari Luz. «Me cae muy bien esa chica. A ver si viene por la Alberca, aquí recibimos muy bien a todo el mundo. Ya le regalaremos unas perronillas». Por de pronto, ya tiene preparada la bolsita que le dará a Jesús Vázquez.