Reinaba Alfonso XII, era presidente del Gobierno Mateo Sagasta y alcalde de Salamanca Victoriano López cuando se inauguró durante las Ferias y Fiestas de septiembre de 1883 el Parque de La Alamedilla a las afueras de la ciudad.
A mediados de los años 20 el parque de La Alamedilla se encontraba en un lamentable estado de descuido. La casi total falta de vigilancia, de atención y la incultura permitían la continua agresión por parte de «hordas de muchachos», y no tan muchachos, que mantenía el parque devastado. Los setos de euonymus que dibujaban los parterres habían sido diezmados; las flores, si brotaban, eran pronto arrancadas; los árboles, a los que trepaban en sus juegos los chiquillos, mantenían con dificultad su ramaje; los parterres se empleaban para celebrar meriendas campestres e incluso era posible encontrar en ellos corderos o cabras como si de prados se tratase. Además, el estanque situado en la parte alta del parque, aproximadamente donde hoy se encuentra el pabellón de deportes, se había convertido en un foco de infecciones por el agua estancada. Era tal el deterioro que al iniciarse la década de 1920 se había llegado a plantear en el Ayuntamiento la posibilidad de enajenar el terreno del parque para la construcción de una barriada.
Desde su creación como parque, a pesar de que periódicamente se intervenía en él, La Alamedilla no había alcanzado nunca los niveles de popularidad deseables. Pero en ese momento la ciudad crecía y se estaba modernizando y más que nunca necesitaba un pulmón verde que sirviera de lugar de juego a niños y de asueto para mayores.
Se eliminó la caseta de madera que servía para guardar los aperos de los jardineros y en su lugar se construyó una casa de obra, una verdadera casa rústica con techo en semicopete y porche de entrada en esquina, que además iba a ser el hogar de la familia del capataz de jardineros lográndose de este modo que incluso en las noches el parque no quedara totalmente desguarnecido. Se renovaron los parterres con más de setecientas plantas, sobre todo rosales de diversas variedades, y algunos paseos quedaron decorados con arcos de hierro en los que se enredaban rosas trepadoras de variedad wichuraiana. Un estanque o fuente grande con peces de colores y 16 chorros de agua sustituyó al antiguo y se embelleció su acceso desde el paseo del General Sanjurjo, como se denominaba entonces el paseo del parque que va desde la avenida de La Alamedilla a la avenida de los Comuneros, paseo muy concurrido y donde se colocaban las casetas de feria y otros espectáculos y actividades populares. Durante esos años se acometieron diversas mejoras en la vigilancia, se aumentó el número de bancos, aunque fuera en perjuicio de la contrata del servicio de sillas de alquiler, y se mejoró la iluminación, que a pesar de ello siempre se mantuvo deficiente. Finalmente en la primavera de 1932 quedó montado en la glorieta central del parque, sobre una construcción de ladrillo que sirvió de bar, el templete de música que había sido retirado de la Plaza Mayor.
Desde 1893 contó con la presencia del errante templete de música que construyera la empresa Moneo para ser colocado, ese mismo año, en el centro de la Plaza Mayor y que fue trasladado en 1898 al parque de La Alamedilla originando, por tal motivo, una gran porfía en la ciudad. El templete permaneció en el parque sin demasiado uso hasta 1906 cuando fue vuelto a colocar en la Plaza Mayor. Finalmente a finales del año 1930, con renacida disputa, fue desmontado y trasladado, otra vez, a un remozado y por entonces mucho más frecuentado parque de La Alamedilla. Fue colocado en su plaza central sobre una construcción de ladrillo que se acomodó como bar. Establecimiento que no falta en la divertida imagen, mostrando al camarero que atiende los veladores en su puerta.
Templete y casa del jardinero desaparecieron para siempre con la reforma de 1963 que diluyó la vieja disposición del antañón parque y lo convirtió, junto con el nuevo parque infantil de educación vial, en referente nacional en este tipo de instalaciones.
El Parque infantil de Tráfico fue inaugurado el 12 de noviembre de 1963, encuadrado dentro de la reforma del parque de la Alamedilla llevada a cabo con un proyecto de Antonio García Lozano que remató una reforma parcial de Amando Diego Vecino. Por el contrario, el Pabellón Municipal de Deportes se encontraba en construcción. Se estaba levantando con un proyecto de Amando Diego Vecino, en el que también intervino Antonio García Lozano como director de obras, y no se inauguraría hasta el 16 de junio de 1964.
El Pabellón Municipal de Deportes de la Alamedilla fue inaugurado con el nombre de Pabellón Municipal de Deportes Otero Aenlle en honor del que fuera Gobernador Civil y jefe provincial del Movimiento entre 1961 y 1968. Este gallego, doctor en Farmacia y Licenciado en Ciencias Químicas, de indudable valía científica, volvió a sus quehaceres universitarios tras haber sido alcalde de Santiago de Compostela, Gobernador Civil de León y de Salamanca.
Situado frente a la entonces Escuela de Maestría Industrial, que había nacido en 1930 como Escuela Elemental de Trabajo y mutado en la actualidad en IES Martínez Uribarri, el edificio ocupó el espacio de un campo de un fútbol anterior que junto con una pista de cemento, que hoy estaría situada aproximadamente en el patio del Colegio Rufino Blanco y en la que se celebraban fundamentalmente encuentros de hockey sobre patines y veladas de boxeo, constituían el grueso de las instalaciones deportivas municipales de la época.
El pabellón se inauguró dentro de la programación de los Festivales de Primavera, un festival artístico y cultural coincidente con las fiestas de San Juan de Sahagún, precedente del Facyl, con una competición internacional de hockey sobre ruedas, deporte que contaba con mucha afición en Salamanca, hoy prácticamente perdida.
En 1986 fue totalmente remodelado su interior y parcialmente en el exterior según proyecto de Fernando Bueno y no hace muchos años se planteó su derribo y sustitución, aunque finalmente no se llevó a cabo.
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