10 de febrero de 1935, mitin de José Antonio, fundador de la Falange, en el Teatro Bretón. Dos horas antes del comienzo, acudió al domicilio de Miguel de Unamuno, en compañía del escritor falangista Rafael Sánchez Maza y del dirigente local Francisco Bravo, también falangista, donde sostuvieron una entrevista en la que salieron a relucir las viejas querellas del rector de la Universidad de Salamanca con su padre, Miguel Primo de Rivera.

Después, dicen los biógrafos de Primo de Rivera, que tras el mitin Unamuno tomó parte en la comida que ofrecieron a los oradores en el Gran Hotel, ya desaparecido.

En marzo de 1936 fue detenido y hecho preso en la cárcel de Alicante, donde fue condenado por conspiración y rebelión militar contra el Gobierno de la Segunda República, a la pena de muerte y ejecutado por fusilamiento el 20 de noviembre de ese mismo año.

Miguel de Unamuno falleció en su casa de Salamanca el 31 de diciembre de ese mismo año. Su féretro salió a hombros hasta el cementerio portado por miembros de Falange.

El pasado 24 de abril los restos mortales de José Antonio Primo de Rivera fueron trasladados, a petición de su familia, desde la basílica del Valle de los Caídos al cementerio de San Isidro de Madrid.