Hoy es la solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, cuando se recuerda la pureza de María. La intención de la Iglesia es ayudar a los creyentes “a preparar el corazón para la llegada de Jesús, el Salvador”.
De forma especial, se festeja en la parroquia de La Purísima, en la plaza de las Agustinas de Salamanca, por ser su titular, donde se puede admirar el lienzo de José de Ribera dedicado a La Inmaculada Concepción, y que preside su retablo mayor.
Este templo acogió anoche la Vigilia de la Inmaculada. Hoy el obispo de Salamanca, José Luis Retana, preside la Eucaristía en La Purísima a las 13:30 horas, y a las doce del mediodía, en la Catedral Vieja.
La fiesta de la Inmaculada Concepción fue establecida en 1476 por el papa Sixto IV, y se hizo universal en 1708 gracias al papa Clemente XI. Más adelante, Pío IX proclamó el dogma de La Inmaculada Concepción, el 8 de diciembre de 1854, en su bula “Ineffabilis Deus”, en la que el pontífice declaraba que por una gracia especial de Dios, María fue preservada de todo pecado desde el mismo instante de su concepción. Dentro de dos años, en 2024, se cumplirá el 170 aniversario de la proclamación de este dogma mariano.
España celebra a La Inmaculada Concepción como patrona y protectora desde el 8 de diciembre de 1644, aunque ya desde la Edad Media existía una devoción popular. Una fiesta que es de carácter nacional y en la que los sacerdotes españoles tienen el privilegio de vestir casulla azul, otorgado por el papa Pío IX en 1864 como agradecimiento a la defensa del dogma de La Inmaculada Concepción que se hizo en España, y como manifestó el 8 de diciembre de 1857 en la inauguración de un monumento a la Inmaculada en la plaza de España en Roma: “Fue España la nación que trabajó más que ninguna otra para que amaneciera el día de la proclamación de la Inmaculada Concepción de María”.