La fotografía de hoy es de Juanma Peralo. Imagen panorámica de la ciudad de Salamanca desde las afueras.
El origen del topónimo Salamanca no es claro. Polibio de Megalópolis y Estephano llamaban a la ciudad Helmantike, nombre griego que para ellos significaba ‘Tierra de adivinación’. Por otra parte, Ptolomeo apela a una polis dominada por los vacceos con el nombre de Salmatica o Salmantica. Tito Livio y Plutarco la llamarán Hermandica y Polieno la titula Salmantida o Salmatis. Incluso otros historiadores la denominan Selium y Sentica.
Por otra parte, algunos otros como Justino y más tarde Rui Méndez o Murillo atribuyeron la creación de la ciudad a Teucro, hijo de Telamón, rey de Salamina, que tras ser derrotado en la guerra de Troya, llegó a la península ibérica y fundó una ciudad, que recordando su patria llamaría Salamatica. Otra teoría a la que se puede recurrir es a la de la existencia de un dios de los primeros moradores —pastores nómadas y agricultores neolíticos— llamado Helman, cuyo nombre derivo en el topónimo Helmantica.
El filólogo Martín S. Ruipérez aporta una nueva línea interpretativa que se resume en que «el primer elemento de Salamanca, sala- es la designación del vado de un río», «sal- y hel- no pueden relacionarse lingüísticamente el uno a partir del otro» y respecto al segundo elemento -manca «donde algunos creen ver el mismo elemento en el topónimo Talamanca (de Jarama) que, a su vez, coincidiría en su primer elemento con Talavera, y en Simancas, todo lo cual resulta indemostrable».