El pasado 28 de mayo, la Santa Sede envió una carta de gratitud y ánimo al sacerdote Daniel Sevillano Pascua, natural de Vitigudino y actualmente párroco en la Parroquia San Miguel Arcángel de Guadarrama (Madrid). En la misiva firmada con el sello del papa León XIV, el pontífice agradece las oraciones recibidas, a través de un vídeo, al comienzo de su pontificado y anima a la comunidad de fieles a vivir con autenticidad y fraternidad su compromiso cristiano.

La iniciativa nació durante una reunión de familias de la parroquia celebrada en la ermita de La Jarosa. Fue coordinada por el párroco, Daniel Sevillano, junto con Javier Figuero, feligrés y profesor de Comunicación Audiovisual en la Universidad San Pablo CEU, quien se encargó de grabar y editar el vídeo que recoge este emotivo homenaje infantil al Papa.

La carta, dirigida también a los religiosos y niños de la parroquia madrileña, subraya la importancia de amar a «Jesús como amigo», de confesarlo «como Señor y Salvador», y de convertir los hogares y escuelas en «espacios de perdón y reconciliación». El Papa cierra su mensaje con una petición de unidad: que con la ayuda de Dios y de la Virgen María, sean «constructores de un mundo más humano, más justo y más hermoso» .

Un sacerdote con raíces salmantinas y trayectoria en Madrid

Daniel Sevillano Pascua nació y se formó en la comarca de Vitigudino, donde participó activamente en celebraciones locales, como se observa en fotos de procesiones del Corpus . Su vocación religiosa le llevó al Seminario Menor de Salamanca, donde inició su camino sacerdotal antes de trasladarse a Madrid para completar su formación y, posteriormente, desempeñar su labor pastoral.

En Madrid, Sevillano ha ejercido como párroco de San Miguel Arcángel en Guadarrama, donde destaca por su dedicación a los niños y jóvenes. En 2017, durante la reciente petición de oraciones por el Papa, lideró una emotiva iniciativa en la parroquia, cuyos testimonios y gestos de cercanía se reflejan en la carta del Papa.

Un mensaje de esperanza y misión

El gesto del Papa no solo reconoce la labor de Sevillano y su comunidad parroquial, sino que destaca el valor de la oración colectiva y el papel de la infancia en la Iglesia. El mensaje refuerza la llamada a una vida de testimonio cristiano concreto, reafirmando las raíces salmantinas de su destinatario y su actual compromiso pastoral en la región madrileña.