Las virtudes del cagar de la Universidad de Ensulamanca
En un ejercicio de provocación intelectual, sátira culta y reflexión poco convencional, el texto Virtudes del cagar: nuevo discurso pronunciado en la cátedra cagatora de la Universidad de Ensulamanca (1868) irrumpe en el panorama literario con un enfoque tan insólito como profundamente humano. Lejos de lo escatológico superficial, este ensayo disfrazado de parodia universitaria aborda con humor y lucidez un acto cotidiano que, pese a su universalidad, ha sido históricamente relegado al tabú. Desde una supuesta institución académica cargada de simbolismo, se nos invita a repensar nuestras costumbres corporales como parte esencial de la experiencia humana, con una mezcla de ironía, filosofía popular y crítica social.
En el sacrosanto y aromático recinto de la Universidad de Ensulamanca —institución tan antigua como las flatulencias de la historia y tan libre como el viento que se escapa sin pedir permiso— se ha celebrado, con toda la pompa y circunstancia que el asunto requiere, el esperado Discurso sobre las Virtudes del Cagar, pronunciado en la ilustre Cátedra Cagatora, cuya existencia muchos creían un mito… hasta que el retrete habló.
Sí, estimado lector: el noble acto de evacuar, soltar lastre, liberar el alma por la vía trasera, ha sido por fin reivindicado desde la academia. Y no por un cualquiera. El orador, un catedrático de intestino fino y verbo suelto, ha elevado el arte de la defecación al lugar que merece en la civilización: entre los actos más sinceros, democráticos y saludables del ser humano.