Desde Salamanca, Dani y Eladio no dudaron en recorrer más de 500 kilómetros para tender una mano solidaria a los afectados por la reciente DANA en Valencia. «No teníamos dinero para ayudar, pero sí tiempo», confesaba Dani, quien, junto a su compañero, movilizó a los vecinos de su pueblo y alrededores, Linares de Riofrío, para recaudar fondos y provisiones. Gracias al esfuerzo colectivo, lograron reunir desde alimentos hasta herramientas, como palas y productos de limpieza, esenciales para la reconstrucción.
Al llegar a Valencia, la magnitud de la tragedia los dejó sin palabras. «Era como si una guerra hubiera pasado por ahí», describió Dani, recordando las calles inundadas de barro y los coches destruidos apilados al borde de las carreteras. La primera noche, durmieron en el pabellón municipal de Sedaví, donde otros voluntarios y vecinos los acogieron cálidamente, ofreciéndoles un lugar para descansar y provisiones básicas.
«Todo se basa en nosotros, los voluntarios»
Dani y Eladio no sólo llevaron ayuda material; también repartieron esperanza. Cada jornada se dedicaban a limpiar garajes, repartir alimentos y ayudar a las familias más afectadas. En particular, recuerdan a Mireya, una joven que había perdido todo en su recién adquirido y reformado piso. Con el dinero recaudado, le compraron una cocina portátil y ollas, pequeños gestos que iluminaron su difícil camino.
«No nos queremos ir a dormir cuando sabemos que alguien necesita ayuda», destacó Dani, subrayando que el esfuerzo de los voluntarios ha sido el único pilar para muchos afectados. También expresó su indignación por la falta de recursos gubernamentales: «No necesitan más voluntarios ni dinero, necesitan máquinas y profesionales cualificados».
Dani se mostró especialmente crítico con la gestión de la crisis por parte de las autoridades. Según él, los gobiernos locales y nacionales han dejado mucho que desear: «Todo se basa en los voluntarios, porque si no hubiéramos ido, estarían completamente desamparados». Denunció la falta de maquinaria especializada para limpiar el barro acumulado y el retraso en las ayudas prometidas: «Por mucho que diga la televisión, la situación no está mejorando; lo que hace falta son máquinas y profesionales».
Además, criticó duramente a las instituciones por no priorizar las necesidades reales de los afectados: «Han jugado con la vida, el dinero y las ilusiones de esta gente». Para Dani, la frustración de los vecinos es palpable y trasciende ideologías políticas: «A nadie le importa quién gobierne, sólo quieren soluciones rápidas y eficaces».
La DANA dejó cicatrices profundas en Valencia, pero la labor de personas como Dani y Eladio demuestra que la empatía y la acción solidaria pueden marcar una diferencia.