Nueva obra de arte para la Catedral de Salamanca
El sueño del canónigo emérito Daniel Sánchez se ha materializado en el muro que estaba desnudo tras el altar de la Catedral Nueva de Salamanca, con la inauguración de la obra: “El pensamiento ante el misterio de la Creación, Redención y Resurrección”, del pintor Florencio Maíllo. Esta pintura, encargada por el fallecido canónigo, se alza imponente con sus 8×4 metros, llenando ese espacio y creando un rincón especial en el que se establece un diálogo artístico y espiritual con la talla románica del “Cristo de las Batallas” y la contemporánea, “Cristo vuelve a la vida” de Venancio Blanco, ubicadas frente a él.
El acto de inauguración de esta “fiesta de gratitud”, como la calificó el deán del cabildo, Antonio Matilla, tuvo lugar el pasado 16 de julio en el trasaltar, donde el artista estuvo arropado por su familia, amigos y autoridades eclesiásticas y civiles. En su intervención, Matilla recordó a Daniel Sánchez, quien “se atrevió a soñar con un diálogo entre nuestra Catedral y el arte religioso contemporáneo“, y agradeció a su familia “por financiar este sueño”. El deán también expresó su aprecio a Florencio Maíllo, por abordar “con tanta pasión y maestría la realización de esta obra magnífica” y por plasmar en ella “tu alma creyente”.
Visiblemente emocionado, el artista tomó la palabra para agradecer a todos los presentes por acompañarle “en este momento único” y por el apoyo recibido durante todo el proceso de creación. Y extendió un agradecimiento especial al Cabildo y a la familia de Daniel Sánchez, que han cumplido el deseo de “ver instalada la obra que él ofreció a la Catedral; a los modelos que posaron: Jaime Royo (El Creador), Isabel Rodríguez (Magdalena), José Tabernero (San Juan), María Guerras (Virgen), Jesús Martín (Jesús); así como a sus “ángeles de la guarda” en este proyecto, Antonio Cea y José Manuel Castaño, a quienes está dedicada la obra, y al director del Servicio diocesano de Patrimonio artístico, Tomás Gil, su “ángel de la guarda plástico”. Éste ofreció al artista “una ayuda esencial” en un momento de inseguridad en el que “la pintura no se desprendía de su carácter decorativo, académico y estético”. “Me dijo: ‘Sé tú’”. Fue entonces cuando la obra encontró su sentido como arte sacro devocional, incorporando a “El Pensador” en el epicentro de la pintura, dando sentido al tema: “El pensamiento ante el misterio de la Creación, Redención y Resurrección”.
Durante su intervención, Florencio Maíllo compartió anécdotas personales, recordando con especial cariño al religioso agustino Teófilo Viñas, quien le enseñó “las técnicas del óleo y la encáustica y la preparación de soportes”, a quien calificó como “maestro generoso”, y a Jaime Royo, que fue su mentor en su juventud.