El comunero Maldonado, Salamanca y la fiesta de Castilla y León
Atapuerca, vacceos, vetones, celtíberos, Numancia, imperio Romano con la vía de la Plata, acueductos, villas y puentes, Brañosera, Alfonso VI, Alfonso VIII, el Cid, Alfonso IX, Alfonso X, Fernando III, Isabel la Católica, Santa Teresa de Jesús, Francisco de Vitoria, el Empecinado, Julián Sánchez el Charro o Adolfo Suárez son sólo un mínimo ejemplo de los personajes que han marcado la historia de León, de Castilla y por tanto de gran parte de la humanidad.
Millones de personas que a lo largo de la historia han forjado una región que ha sido luz para todos y que hoy en día seguimos trabajando para mejorar nuestra Comunidad Autónoma, como corazón de España. Uno de esos personajes es Francisco de Maldonado, comunero que se rebeló contra el rey Carlos I a su llegada a España ante la incomprensión por las medidas que quería tomar debido a su formación flamenca y a su juventud.
Maldonado nació en nuestra ciudad en 1480. La Casa de las Conchas, propiedad de la familia, fue testigo de las primeras conversaciones para la revuelta contra el nuevo Rey. En un principio fue su primo Pedro Maldonado el encargado por la Junta en Salamanca de dirigir las milicias salmantinas. Sin embargo, debido a que era yerno de uno de los más cercanos colaboradores del rey Carlos I, el Conde de Benavente, su liderazgo causaba algún recelo en los estamentos populares de la ciudad, por lo que pasó a capitanearlas su primo: Francisco Maldonado. Resueltos estos recelos, compartieron el liderazgo. Ambos fueron hechos presos el 23 de abril de 1521 en Villalar. Francisco Maldonado fue ajusticiado en Villalar al día siguiente junto a los también famosos cabecillas Bravo y Padilla. La pena de muerte de su primo Pedro, sin embargo, no se ejecutó hasta un año después. El pendón de los comuneros de Salamanca, único vestigio existente de la gesta y recientemente restaurado, se conserva en la capilla de Talavera, de la Catedral Vieja de Salamanca, fundada por Rodrigo Maldonado de Talavera, abuelo de Francisco y de Rodrigo.
Su cuerpo fue enterrado en la misma iglesia de Villalar, y allí estuvo hasta finales del mes de junio del mismo año, cuando a su familia se le permitió llevarlo a Salamanca. Para evitar que el suceso diera lugar a cualquier movimiento en el pueblo, el corregidor exigió que el traslado se hiciese de noche y sin pompa, como lo escribió al cardenal Adriano, el 24 de junio de 1521. Los bienes que le pertenecían fueron confiscados y vendidos por 4.000 ducados, en octubre de 1521; en realidad valían dos o tres veces más. Unos meses después, sus herederos —su hijo Rodrigo Arias Maldonado y su viuda Ana Abarca— recibieron autorización para recuperarlos.