“¡Feliz Pascua de Resurrección! Hoy tenemos un gran motivo de júbilo: ¡Cristo vive!”, con este alegre anuncio ha iniciado su homilía el obispo de Salamanca, José Luis Retana, en la solemne misa estacional con bendición papal que ha presidido en la Catedral Vieja este Domingo de Resurrección. “El Señor ha vencido a la muerte” y su Resurrección es “la mayor prueba de su divinidad”. Además, es también la promesa de “nuestra propia resurrección”, ha señalado el Obispo.
Retana considera que el mayor fruto de nuestra fe en la Resurrección es “que pasemos por la vida haciendo el bien“, inspirados por el ejemplo de Jesús y ungidos por la fuerza del Espíritu Santo. Y ha instado a “aspirar a los bienes de arriba”, por encima de los terrenales, recordando que Cristo debe ser el centro de nuestras vidas. “Nos vence la mundanidad”, ha señalado, “las cosas terrenas nos resultan atractivas y nos atrapan el corazón, ocupando un lugar que no le corresponde y nos impiden entender que nuestra vida está hecha para Cristo”.
Al reflexionar sobre el pasaje evangélico proclamado, donde Pedro y Juan creyeron en la Resurrección al ver el sepulcro vacío, el pastor de la Diócesis de Salamanca ha destacado la necesidad del encuentro personal con Cristo, el cual transforma interiormente y lleva a estar “dispuestos a dar la vida, si fuera necesario, para testimoniar la fe”, tal y como les sucedió a los Apóstoles.
“Nuestra fe no se sustenta en un muerto, sino en Cristo viviente”, ha subrayado, indicando que los cristianos no depositan su esperanza “en un mito religioso o en el mensaje de un hombre bueno o un eslogan positivo sobre la vida”, sino en la certeza de “una vida eterna”. Porque como ha insistido, la Resurrección de Cristo no ha ocurrido entre nosotros para apartarnos del mundo “sino para dotar a los hombres de un horizonte mayor, atraídos por Él que está entre nosotros”.
“Hoy, los cristianos celebramos al Resucitado, constituido Señor de la historia, de tu historia”, reconoció. “Por fin hay esperanza para ti, para mí y para el mundo. Donde estés, como estés con quien estés te deseo una feliz Pascua de Resurrección”. Concluyendo su homilía con una invitación a abrir el corazón al Resucitado, “para que nos renueve” y a vivir esta Pascua en comunión con María, para que guíe y oriente nuestros pasos.