Lo cierto es que esta enfermedad afecta a 1 de cada 5.000 hombres. Lo que hace que sea especialmente difícil saber demasiado de ella y les convierte en “invisibles”. Es genética y debilita a quienes la sufren. Víctor asegura a EL ESPAÑOL- Noticias de Castilla y León que necesita ayuda las 24 horas al día y que son sus padres quienes están junto a él para todo: “Me ayudan en todo. A vestirme, con la comida o cosas tan simples como ponerme un abrigo”.
Él va en silla de ruedas y, aunque es “positivo” e intenta “no pensar” en el futuro ni en lo que puede suceder, mira con incertidumbre sin saber cómo evolucionará. “Es muy difícil porque ves que puedes ir a peor y falta mucha información”, lamenta. Una realidad que viven las personas con enfermedades raras y que hace todavía más difícil sobrellevar la situación con la que conviven.