La fotografía de hoy es de Pablo Sánchez. Imagen de una de las calles de la localidad de Ledesma.
En el 711 se inicia la conquista musulmana de la península ibérica. Ledesma se convierte en un importante núcleo del norte de Al-Andalus, aunque la primera noticia de la instalación de los árabes en la Villa está envuelta en leyenda: Alí, el hijo del walí musulmán Galofre, primo del rey Alcama de Toledo, es enviado a estudiar latín con los cristianos ledesminos que vivían extramuros de la Villa, junto a la iglesia de San Juan (existente hasta hace poco más de 150 años).
El joven atraído por las enseñanzas, la fe y el carácter fraternal de los cristianos decide convertirse al cristianismo; su nuevo nombre es Nicolás y los clérigos que lo bautizaron fueron Leonardo y Nicolás. Enterado su padre de esto, lo manda degollar, y a los dos clérigos despojarles de su piel, lapidarlos y a continuación quemar a los tres.
Los cristianos recogieron sus restos que han sido venerados hasta hoy día. Es curioso que se conserva una leyenda en la que se dice que el mismo día y fecha son martirizadas también en Ledesma, en el Convento de San Salvador -según la leyenda, fundación goda- dos religiosas, Julia y Vigasta, convertidas según la tradición en santas mártires, pero de las que se conservan escasas referencias tras el abandono de la comunidad benedictina del Convento de San Salvador de Ledesma.
Por lo demás, los restos del dominio musulmán no dejaron más huellas palpables, hasta que, en 939, Ramiro II de León arrebata la población a los musulmanes. Se inicia con esto un periodo de reconquista de Ledesma que no culminará hasta 1161. Hasta esa época, Ledesma será repoblada por Ramiro II, atacada y saqueada en dos ocasiones por Almanzor y repoblada de nuevo por Alfonso VI de León.