La misa estuvo presidida por el obispo de la diócesis de Salamanca, José Luis Retana, y en su homilía recordó que con el rito del Miércoles de Ceniza, en el que recibimos la ceniza sobre nuestras cabezas, “expresamos nuestro deseo de cambiar de vida, de iniciar un nuevo camino desde la certeza de que el Señor va a acompañarnos y va a recorrer este camino con nosotros”.
El prelado recordaba que no se trata de una Cuaresma más, “sin que nada cambie en nuestra vida”, sino que se trata de ponernos al trabajo de la ascesis, “que puede cambiar nuestro corazón”.
Retana insiste en que la Cuaresma es un tiempo favorable para la renovación personal, “un tiempo de gracia, y bien vivida, siempre produce frutos generosos en nuestra vida”. Al respecto, hizo mención al mensaje de Cuaresma del papa Francisco, titulado: “Ascesis cuaresmal, un camino sinodal”, en el que el santo padre utiliza el evangelio de la Transfiguración del Señor, que se proclama cada año en el segundo domingo de Cuaresma.
En este sentido, el prelado relató que el ascesis cuaresmal es un compromiso, animado siempre por la gracia, “para superar nuestras faltas de fe y nuestras resistencias a seguir a Jesús en el camino de la cruz”. A la comunidad diocesana la invita a ponerse en camino, “un camino que requiere esfuerzo, sacrificio y concentración, como una subida a la montaña”.
José Luis Retana asegura que juntos, como Iglesia peregrina en el tiempo, “vivimos la Cuaresma caminando con los que el Señor ha puesto a nuestro lado como compañeros de viaje”. Y centró parte de su mensaje en el Sínodo, como el papa Francisco: “Podemos afirmar que nuestro camino cuaresmal es sinodal, porque lo hacemos juntos por la misma senda”.