[La opinión de Enrique de Santiago] Que está pasando
Un año más nació en Belén, en tu Belén personal, en tu corazón, el Niño Dios. Una conmemoración que cursa en la noche del 24 al 25 de diciembre por una cuestión meramente social o de consenso y que a buen seguro se produjo por el mes de abril o mayo, pero que resulta irrelevante el momento, por ser fundamental para los cristianos su nacimiento y debe de serlo no sólo en esa fecha, sino todos los días de sus vidas.
En un momento en que cualquier destripaterrones se considera revolucionario y defensor del cambio social, criticando a la Iglesia a Cristo y alabando o loando a mercachifles con coletas y con tres pelos en el rostro, boina o mal vestidos… nos nace no sólo un Dios, un Salvador, el ser que más ha revolucionado la historia con un mensaje no de confrontación (dad al César lo que es del César) sino de paz y amor (amarás al prójimo como a ti mismo) gracias al cual, TODOS somos iguales y por su enseñanza hoy vivimos los Derechos Humanos y la Igualdad de hombres y mujeres (todos somos hijos y semejantes de Dios).
Que los cristianos hemos hecho cosas horribles, seguro; que nos hemos equivocado mucho y nos hemos apartado de la enseñanza de Jesús, no cabe duda; pero, el fondo, el discurso, la intención y el poso final es lo mejor que se ha conculcado a cualquier generación y se enfrenta a todas esas ideologías que hablan de dictadura del proletariado, de lucha de clases, de diferencias sociales, en las que la disputa y la lucha es vital y cuyos resultados en el pasado y en el presente, son la muerte, el hambre, la falta de libertad, la ruina económica, social y moral, así como la dictadura totalitaria de un partido político.
Enfrentamos Amor a Odio, despreciamos el Amor para enardecer las ideologías de la diferencia, de la disputa, del enfrentamiento y del odio… deberíamos hacérnoslo mirar, pues aún sin creer que el discurso divino lo es, no deja de ser el mejor discurso aplicable a un mundo en el que queremos vivir en paz.
Se mofan de la historia divina “cómo puede ser que un cornudo se creyese que su mujer tenía un hijo de Dios”, “vamos, no me jorobes, que curó a su amigo Lázaro que había muerto” “que hizo milagros… seguro que eran trucos de magia” “Dios muerto en una cruz, pues vaya mierda de Dios”
Quedarse en la anécdota, en la circunstancia concreta e incluso en una realidad no comprendida sin intentar ahondar en el sentido, en el fondo, en la realidad espiritual que se trasmite y es seguir con una mentalidad de hace 3000 años, en la que Jesús, para que le comprendiesen, utilizaba parábolas, que serían muy útiles, incluso pueriles, ahora si no fuese porque estamos conectados a la sexualización de todo en la vida, a la telebasura, a la falta de criterio que no venga de un presentador sin fondo y con mucho odio, sin nivel intelectual alguno.
En estos momentos de convulsión política, de anestesia del ciudadano al que se le está hurtando la libertad y la democracia, por unos y otros, sin que pueda hacer nada por haber sido convertidos en “perritos sin alma” sin posibilidad ni de ladrar, ya lo dijo el Coronel Santiago: “vamos a minimizar la crítica al gobierno”, tenemos la obligación de reforzar los valores cristianos, construir patrones de paz, defender sin violencia o agresividad lo que es nuestro modelo social, lo que no supone no ser firmes en la defensa de lo que creemos, ni timoratos, ni flojos, sino que desde la convicción profunda seamos capaces de sostener las creencias, defender las mismas y buscar los modos de sostener la libertad, la democracia y la paz entre los “perritos sin alma” que somos los que, al final, decidimos qué “amos del calabozo” son los que nos van a dirigir.
El amor, la paz, la piedad, la caridad cristiana, principios básicos, no se prostituyan en modelos económicos para “ganapanes” o compresas en la mente del enfermo, no sean fórmulas políticas de calmar su miserable modo de actuar y hacerlo con el dinero ajeno y la necesidad del ciudadano. Que la Navidad se viva todo el año, por eso no dejemos nuestro destino en manos de la canalla, ni dejemos de defender lo que creemos, pase lo que pase.