Los salmantinos celebran el Día de los Fieles Difuntos acudiendo al cementerio

La Iglesia ha querido instituir un día, el 2 de noviembre, que se dedique especialmente a la oración por aquellas almas que han dejado la tierra y aún no llegan al cielo. Los salmantinos se acercan en estos días por los cementerios de la provincia para adecentar las tumbas y rezar por sus seres queridos.

El cementerio de Salamanca se puede visitar todo el año. Tiene bastante historia porque aunque ya antes de 1878 se usaba para enterramientos, en en estas fechas cuando se situó en la puerta accesoria, situada en la explanada del cementerio, un bello crucero de los pocos que quedaban en la ciudad y que procedía de la plazuela de Carbajal, en la que se encontraba desde la demolición de la parroquia de San Ciprián en 1580 y que lleva, aparte de la imagen del santo, una cartela con la inscripción: “Esta fue la iglesia de san Ciprián”. Hoy se encuentra el crucero en el interior del cementerio, aunque dentro del plan de ayudas para la restauración de algunas esculturas de la capital que, patrocinaba Caja España, se va proceder al traslado a su antiguo emplazamiento en la iglesia de san Millán [sic].

La fachada del cementerio ejecutada en estilo neoclásico en 1867 por José Secall en piedra de Villamayor excepto el zócalo, se encontraba dotada de puerta principal de rejería bajo arco de mediopunto, flanqueada por dos columnas dóricas con friso de metopas y triglifos, jarrones en los extremos de la cornisa, coronación de frontón triangular, un arco de medio punto para alojamiento de la campana y sobre él otro nuevo frontón rematado en cruz. Las dos puertas laterales de rejería tuvieron arco adintelado. En el friso sobre la puerta principal se leía: “Memento homo, quía pulvis es et in pulverem reverteris”. La fachada posterior estaba dotada de soportales, habiéndose previsto que éstos recorrieran todo el perímetro, cosa que finalmente no se llevó a efecto.

A partir de la entrada, el antiguo cementerio, con los paseos en forma de cruz, obra del arquitecto Tomás Francisco Cafranga, se dividía en cuatro campos: San Antonio, San Juan, del Estanque y de la Casa y dio cobijo a los varios cruceros que adornaban la ciudad de Salamanca allí retirados por no servir ya en el lugar donde fueron ubicados y por el deterioro producido al no cuidarse por la ciudadanía. Eran estos: los de las puertas de san Pablo, de los Milagros, de Villamayor, los de las iglesias de san Ciprián y san Benito y el de la Cruz Verde.

El nicho número 1 de la galería primitiva alojó los restos del eminente músico salmantino don José Manuel Doyagüe, fallecido el 18 de diciembre de 1842, cuyos despojos fueron sacados el 2 de junio de 1869 para ser depositados en el Salón principal del Ayuntamiento, paso previo a su traslado a Madrid con objeto de ser inhumados en el Panteón Nacional de Hombres Ilustres de Atocha. (Por no haber trascurrido 50 años desde su fallecimiento fueron devueltos a Salamanca y hoy se encuentran en la capilla de santa Catalina de la Catedral Vieja).

El Ayuntamiento en febrero de 1892 se propone la construcción de un nuevo cementerio municipal y clausurar el existente en Villa Sandín pero no se lleva a efecto.

En 1920 se llevó a cabo una ampliación de unos 16.900 m2, previo estudio del arquitecto J. Yarnoz Larrosa, efectuándose muchas modificaciones, entre ellas el desplazamiento del cementerio civil y la designación de las sepulturas por las letras del abecedario. Agotadas las letras los nuevos campos se designaron por bloques. Entre 1933 y 1936 se construyó la galería del oeste con sus nichos y los enterramientos subterráneos denominados “La Glorieta”. Posteriormente se construyeron las galerías de san Sebastián y de san Pablo.