Dentro de la comarca de Tierra de Peñaranda, Macotera es de esos pueblos que pueden pasar desapercibidos con facilidad. Cuenta con algo más de un millar de habitantes, y no es un lugar remoto por carreta. El problema es que su mayor joya se encuentra escondida dentro de su iglesia principal, lo que para mucho significa un muro infranqueable. Pero, os aseguramos, que atravesar este muro merece mucho la pena.
La maravilla está al levantar la mirada a los techos de la iglesia de Nuestra Señora del Castillo. En ellos podrás contemplar dos obras mudéjares apoteósicas. La primera es el conocido como “Cielo de Macotera”, un artesonado mudéjar policromado de 26 metros de largo. La segunda obra de arte son los alfarjes que cubren la tribuna del coro, obra cumbre de la carpintería.
La joya de la corona del patrimonio de Macotera se encuentra en el interior de la iglesia parroquial de Nuestra Señora del Castillo, un monumento construido en el siglo XVI y costeado por el segundo duque de Alba, Fadrique Álvarez de Toledo y Enríquez, y su esposa, Isabel de Zúñiga y Pimentel. El templo exteriormente es de gran tamaño y de muros de sillería bien labrados, pero será una vez dentro, cuando te desbordarán las emociones. Los culpables: dos obras de arte como la copa de un pino.
La primera es el conocido como “Cielo de Macotera”, un artesonado mudéjar policromado que cubre la nave central ornamentado con diseños geométricos que crean estrellas. Fue fabricado en el siglo XVI con claras influencias árabes dentro de la segunda edad de oro del arte mudéjar. Esta techumbre, calificada como una de las mejores de la provincia, es impresionante por su longitud, con más de 26 metros de largo.
La segunda obra de arte son los alfarjes que cubren la tribuna del coro, donde se constituyen una serie de formas mudéjares y renacentistas que son una pura delicia para los ojos. Esta obra cumbre de la carpintería fue tallada por Juan de Carmona, Pedro Sánchez y Sebastián García entre los años 1550 y 1553.
Los alfarjes están decorados por un conjunto de mocárabes, formas geométricas y florales, pero esta maravilla se completa con el detalle de la cornisa del coro, especialmente en la magnífica decoración renacentista de la viga compuesta por temas naturales, humanos y religiosos.