El descubrimiento de América, en un mural de la Plaza Mayor

El mural ‘Texmollocan, camino de no retorno’ es una obra pictórica realizada cien por cien con la técnica de la aerografía. Se encuentra pintada en un muro de 14 x 3.30 metros en el Estado de Puebla, México y forma parte de la iniciativa de ‘Muralismo Incluyente: La Nueva Estética Latinoamericana’ de los creadores Tatiana Bernaldez y Raf Rossell, que por medio del realismo y el hiperrealismo nos presentan hechos históricos basados en la tradición oral de las culturas milenarias de América y en la historiografía registrada de los códices precolombinos y postcoloniales.

El Muralismo Incluyente consiste en hacer que las personas con discapacidad visual tengan la oportunidad de apreciar la obra pictórica por medio del tacto, audios descriptivos, braille y de manera específica se interactúa con algunas de las más de 1000 lenguas que se hablan en América.

El Mural ‘Camino de no retorno’ a 500 años del Paso de Cortés por Puebla traduce la historia por medio del arte. Y nos revela un tema contemporáneo e histórico: El Cambio de era para las culturas milenarias.

En el centro del mural, como primer plano se encuentra Hernán Cortés, el escenario se desarrolla en el momento que tomó una de las decisiones más determinantes en la conquista a los Mexicas en la Nueva España, actualmente México y desde donde ingresaría para llegar a Centroamérica años después de ganar la lucha contra esta gran cultura.

A su costado derecho se encuentran Malinalli o Doña Marina y al izquierdo Jerónimo de Aguilar; quien había aprendido la lengua maya 8 años antes en las expediciones de Pedro de Valdivia. Jerónimo de Aguilar fue prisionero de los mayas, aprendió su idioma y con doña Marina, mujer de élite que dominaba tres lenguas y tras aprender rápidamente el español formaron una triada lingüística para traducir al Capitán, generando estrategias de guerra y alianza con los caciques. Los espirales colocados en la parte superior representan las Vírgulas de la Palabra: El maya con azul añil y el náhuatl en rojo, principales pigmentos de dichas culturas.

En el fondo del mural zigzaguea la serpiente de piedra que representa la Nueva Era que estaba por iniciar hace 500 años. Los mexicas la llamaban Era Quetzalcóatl (serpiente emplumada) y en la cosmovisión esta era se turnaba con la Era de Tezcatlipoca (espejo humeante); la cual se caracteriza por provocar dificultades sociales.

En la cosmovisión indígena y por medio de la tradición oral se han transmitido y se transmiten leyendas a través de cientos de años que contienen un conocimiento que si no es decodificable podría concebirse como oculto. Uno de esos saberes es el tiempo cíclico. Para las culturas americanas, el tiempo se medía por medio de las montañas. Durante los flujos migratorios y asentamientos en mesetas y planicies más extensas, las culturas construían basamentos piramidales que les ayudaban a medir el tiempo. En este sentido, y por medio de la observación del cielo podían predecir ciclos y temporadas de mayor proliferación y fertilidad, así como de menor intensidad y producción alimenticia. El gran tlatoani o líder de la comunidad era un sacerdote que tenía altos y complejos conocimientos astrológicos, era el encargado de proveer a la comunidad la alimentación y garantizar bienestar, por eso era considerado casi un semidiós, según los estudios arqueológicos de los últimos tiempos. Basta con conocer los depósitos funerarios de estos líderes.

La era de Quetzalcóatl ya estaba predicha y por más resistencia que pusieron ante los castellanos, no lograron impedir este importante contacto cultural. Hoy estamos entrando en la era de Tezcatlipoca, habrá un nuevo cambio global y un despertar de conciencia medio-ambiental y social. Los pueblos andinos le llaman Pachakuty a estos ciclos.

Al lado izquierdo de la obra se encuentran elementos religiosos que hacen alusión al sincretismo cultural que se generó por medio de la evangelización de los pueblos americanos. Se representa la imagen de la Virgen Conquistadora que era escultura que los castellanos llevaron durante sus viajes y a la que le destinaron numerosas capillas mientras viajaban, según las crónicas de Hernán Cortés por medio de las Cartas de Relación de la Nueva España.

En el costado derecho del mural se puede observar unas manos entrelazadas que describen algunas tácticas de tortura llevadas desde Europa. Los instrumentos y técnicas que Hernán Cortés utilizó para abrir camino hacia Tenochtitlán.

En el extremo izquierdo se plasman elementos de guerra, como los escudos de los tlaxcaltecas, principales aliados de los españoles y cultura caracterizada por tener un ejército que constantemente peleaba contra los mexicas y sus dominios en la zona central de México.