El proyecto, Marruecos 2022 lo lleva a cabo la casa escuela Santiago Uno con la colaboración de varios socios, entre ellos la Asociación Horizontes. La duración es de dos meses, julio y agosto, cuando los alumnos de Santiago Uno viajan hasta Marruecos, pero trabajan con su socio local todo el año, para seguir cooperando desde aquí.
Alrededor de treinta chicos participan en esta propuesta, más voluntarios y educadores, llegan a ser cuarenta y cinco personas enviadas allí. Ellos buscan ayudar en las zonas más pobres del país, en general en los pueblos y sus comunidades, se llevan a cabo diversas acciones, tanto humanitarias como de aprendizaje para los jóvenes. “En un día normal, repartimos actividades, entre las que están la construcción de la pista deportiva, creación de un parque infantil, en donde ponemos en uso los conocimientos de soldadura con el columpio o el tobogán. Mientras, a su vez, otros grupos preparan la comida para todos, decoran y limpian la escuela en la que se reside durante el verano o se dedican a la albañilería, fontanería y electricidad. Por la tarde hacemos estudio traducido árabe/español y conocemos ambas culturas, posteriormente realizamos juegos, así utilizamos la parte de la pista ya acabada, con canastas y porterías, además de actividades de la escuela de ocio y tiempo libre. Pero sobre todo, es muy importante habilitar un dispensario médico para las familias, por lo que contamos siempre en nuestro voluntariado con personal sociosanitario o estudiantes de este ámbito”, nos relataban Javier Muñoz y Ali Boujerfaoui, ambos educadores de Santiago Uno.
La idea del proyecto surge en 2008, cuando a la casa-escuela empiezan a llegar chicos inmigrantes, y deciden ir a ver cómo se vive en los pueblos de sus familiares. En la visita ven que las escuelas están abandonadas, y que aplicando su ayuda, con los alumnos, se podrían recuperar esas escuelas, además de poner en práctica lo aprendido a lo largo del curso en las FP: soldadura, cocina, ocio y tiempo libre.
A la hora de llevar a cabo la idea, tuvieron algunas dificultades, como la barrera del idioma, “por ello contamos con los educadores árabes de la casa escuela Santiago Uno, que hay tres, más los cinco trabajadores que tenemos en el pueblo, por lo que son los mediadores interculturales. Si entramos más a fondo, existen otros problemas como las subvenciones, ayudas de mejora, el desarrollo para ampliar o la financiación, todo lo que se hace ahora es por voluntariado de la casa escuela Santiago Uno”, nos contaban a Okey Salamanca.
Al ser un plan de ayuda y a su vez de crecimiento personal, son muchos los valores que se enseñan: “el respeto a las familias y de uno al otro, valorar lo que se tiene en casa, dejando el materialismo de lado, viendo cómo gente con menos es muy feliz y lo material no lo es todo. Cosas tan esenciales como no derrochar agua, el respeto a los mayores, ser solidarios, resiliencia, aprendizaje, conocimientos y cultura. Además de aprender un idioma diferente y quitar prejuicios sobre la cultura musulmana. Con todo esto, como es de imaginar, el proyecto siempre ha tenido un gran recibimiento y la experiencia que viven es inolvidable, “bajar con los chicos desde Salamanca hasta el sur de Marruecos y cruzar el estrecho, es un viaje precioso e increíble”.
Santiago Uno tiene todavía mucho por dar, actualmente poseen un convenio con la región de Sidi Ifni de tres años, para continuar con el plan Marruecos. Y en un futuro poder tener subvenciones, y sea reconocida la labor que hacen por el Palacio Real Marroquí o por las autoridades locales. Asimismo, buscan seguir creciendo y lograr hacer una escuela para la comunidad, donde se lleven a cabo las FP que imparten en Salamanca. Gracias a gente tan valiente como ellos y sus propuestas solidarias, el mundo puede cambiar poco a poco para mejor.
Katius Estella Talon