Durante el fin de semana José Luis Retana Gozalo tomó posesión como obispo de ambas diócesis. Primero en Ciudad Rodrigo, y posteriormente en Salamanca sustituyendo a Raúl Berzosa y a Carlos López respectivamente.
El toque de campanas de la Catedral y el Gloria anunciaban el momento en el que Retana se convertía en el obispo número 96 de la diócesis de Salamanca tras la repoblación. El nuevo pastor recibió el calor de su pueblo desde que hizo su entrada por la puerta del obispo, donde el primer gesto ha sido besar el Lignum crucis y bendecir a los allí presentes, una vez presentado al cabildo por parte del nuncio apostólico del Papa en España, Bernardito Cleopas Auza.
El nuncio apostólico se dirigió a los allí presentes, algo más de 1.100 personas, donde agradeció la labor de Carlos López en la diócesis de Salamanca, “que fue nombrado por Juan Pablo II, un 9 de enero de 2003, y se cumplen hoy 19 años, muchas gracias don Carlos por su dedicación y entrega”.
Respecto al nuevo prelado, puntualizó que en su persona quedan unidas las dos diócesis, con la de Ciudad Rodrigo, “pero mantienen íntegra su personalidad jurídica, canónica y sus estructuras eclesiásticas”. El nuncio aseguró que el Señor le confía esta Iglesia local, “para que los dones y conocimientos profundos de esta Iglesia particular pueda llegar a término la tarea de enseñar, santificar, erigir esta diócesis, con los ojos en Cristo, buen pastor.”
En su homilía el nuevo Obispo precisó que el ministerio episcopal consiste también en ser precursor del Señor, “encaminando las personas al encuentro con Jesucristo; transparentar al que vino no a ser servido sino a servir y entregar la vida por todos; retirando nuestro “ego” del centro, pasando al último puesto”.
Y dirigiéndose de forma especial a los diocesanos de Salamanca, “pueblo cristiano al que el Señor me envía como pastor”, recordó que la Iglesia le pide enseñar, “sabiendo que yo debo ser el primer discípulo”. Me pide santificar, sobre todo mediante los sacramentos. Y me pide apacentar el rebaño, gobernar, guiar con la autoridad de Cristo al pueblo que Dios me ha encomendado. Una autoridad que es servicio y que se ejerce en nombre de Jesucristo”, subrayó.
Antes de finalizar, puso su ministerio pastoral bajo la protección de San Juan de Sahagún y Santa Teresa de Jesús, “patronos de nuestra diócesis y de María, bajo la advocación de la Virgen de la Vega, a quien pedí ardientemente saber acompañaros y quereros como a hijos”.