[Vueltas a la Plaza] Andaluces de Castilla: colmos, parecidos y chistes charros
A Salamanca la fama le viene de siglos. Los charros vivimos en Roma la chica. Nos ve nacer la Atenas de España. Caminamos por la ciudad que es Reina del Tormes.
Para vivir entre tanta pompa y tanto brillo histórico no queda más remedio que bromear. A lo mejor por eso los salmantinos tenemos fama de ser los chistosos de la comunidad, los chungones de la región, los andaluces de Castilla.
Y no lo digo yo. Lo afirman los charros más viejos. Lo confirman las páginas decimonónicas de El Adelanto. Y lo ratifica Pedro Antonio de Alarcón, que se vino dos días a Salamanca y le dimos tema para un libro entero:
«Salamanca […] es una población alegre, animada, de mucha luz, de hermoso cielo, de libre y puro ambiente, digna, en fin, de albergar, como alberga, a los que suelen ser llamados en Valladolid y Burgos los andaluces de Castilla.»
Para afrontar la vida, los chaparrones, los políticos y las pandemias sin desentonar con la «mucha luz» y el «hermoso cielo» que envuelven nuestra ciudad dorada, no queda otra que tirar de chistes, de bromas, de chungas, de esa fama que tenemos los salmantinos de andaluces de Castilla.
Como prueba de que no me lo invento aquí va una ristra de chistes charros de principios del siglo XX, para que compartamos chungas con aquellos salmantinos, bisabuelos nuestros, que con la risa combatían nublados, políticos y pandemias.
—¿En qué se parece Salamanca a una tienda de loza? —En que tiene cá charro…
—¿En qué se parece la plaza de los Bandos a una pareja de guardias? —En que van… dos.
—¿Qué pueblo de esta provincia es el más triste?
—Tamames, porque sus habitantes siempre están haciendo pucheros.
—¿En qué se parece un matrimonio mal avenido a la Plaza Mayor? —En que los hombres andan por una lado y las mujeres por otro.
—¿Si anduvieran sueltos los burros por qué calle pasarían más? —Por la de Juan del Rey.
—¿Por qué?
—Porque va desde el Corrillo de la Yerba al Prado.
—¿Cual es el colmo de un hablador? —Vivir en la calle del Silencio
—¿Cual es el colmo de un hombre serio? —Vivir en la calle de la Risa
—¿Cual es la barbería que esconde el apellido? —La de Inestal, porque es de Inés… Tal.
—¿Cual habría sido el colmo de Salamanca? —Edificar la cárcel en la plaza de la Libertad.
—¿Cual es el estudiante de esta Universidad que cuando muera cambiará de sexo? —El amigo Cilla, porque cuando se muera dirán “pobre Cilla”.
—¿En qué se parece a los estudiantes el Ayuntamiento? —En que siempre anda empeñado.
—¿Por qué son dejados los concejales?
—Porque siempre que hay sesión se dejan algo sobre la mesa
—¿En qué se parece una calle de Salamanca a un convento de frailes? —En que es del prior.
—¿Cual es el colmo de la redundancia? —La calle de la Rúa.
—¿Qué apellido de un catedrático llama con más insistencia a una letra en una fuga de vocales? —El de D. Enrique. Porque dice “Espera B”
—¿En qué se parece la Casa de Socorro a una pieza de música? —En que necesita que la instrumenten.
—¿En que calle de Salamanca no se debe uno detener jamás? —En la de tente necio.
—¿En qué se parece un profesor de la Facultad de Ciencias a la Clerecía? —En que tiene muchas lámparas
—¿En qué se parece esta Universidad al río Tormes? —En que tiene peces.
—¿El colmo del abandono?
—Tener desconchadas las paredes de la casa de las Conchas.
—¿En qué se parece la Universidad a Machaquito? —En que no pierde facultades con el tiempo
—¿Cuál es el colmo del chiste de García Tejado?
—Que no chiste en toda una tarde en la tertulia de Novelty.
—¿Cuál es el colmo de la ceguera en nuestro alcalde? —Llamarse Mirat y no mirat la suciedad de las calles.
—¿En qué se parecen los niños y la farola de la Alamedilla a un borracho? —En que están… alumbrados.
—¿En qué se parece el popular Lebusia al sabio Unamuno? —En que no habla claro.
—¿En qué se parece el jardinero mayor a la lagarta?
—En que ataca el arbolado.
—En qué se parece la calle de Meléndez a la guerra europea?
—En que toda es de sastres.
Este simpático catálogo de gracejo charro salta de vez en cuando en las páginas viejas de El Adelanto, cada vez que al periódico le daba por organizar un concurso de colmos, parecidos y chistes. Por un billete de veinticinco de las antiguas —muy antiguas— pesetas, cuente usted un chiste local. ¿Se le ocurre alguno?
El chiste ganador para el final:
—¿En qué se parecen los chistófilos de El Adelanto a uno que se dirige a la taquilla de la estación? —En que van por el “billete”.
Los periodistas del pasado preferían la risa, la buena cara al mal tiempo, dar un toque de humor en vez de sembrar fake news, morbo o miedo. Cosas de los bisabuelos…
Laura Rivas Arranz