Descubriendo los secretos del Huerto de Calixto y Melibea
El Huerto de Calixto y Melibea entronca la historia con la leyenda y la naturaleza, puede ser el lugar donde se ubicó la trama de las aventuras de los enamorados protagonistas de la obra de Fernando de Rojas, un paraje no lejos de la Cueva de Salamanca y cercano a la Catedral. Se accede a él a través de la calle del Arcediano, la cual probablemente fuese conocida por Rojas allá por 1525. Su espacio lo ocupó el palacio del Arcediano de Ledesma don Alfonso Gómez de Paradinas, que fue derribado en 1862 y del cual solo se conservan la portada blasonada, el pozo y un aljibe.
En enero de 1981, el Ayuntamiento compró este espacio por unos 19 millones de pesetas, con la visión de reconstruirlo y darle un uso público. La transformación dotó al Huerto de Calixto y Melibea de un aire medieval con toque romántico. Su rehabilitación pasó por no restaurar el antiguo jardín sino desarrollar en él en un huerto, aprovechando elementos existentes vegetales y arquitectónicos para proporcionarle un aspecto medieval, propia de la jardinería de aquel periodo, donde el pozo actúa como elemento articulador con connotaciones románticas, todo ello dispuesto sobre una planta irregular y aterrazada. Su inauguración tuvo lugar el 12 de junio de 1981.
Elementos arquitectónicos y naturales del huerto
Antes de entrar al espacio, a la izquierda se contempla un conjunto escultórico dedicado a la Celestina, realizado por Agustín Casillas e inaugurado el 3 de junio de 1976 en la cuesta de San Juan de Alcázar y que después se trasladó aquí, en concreto en 1988.
A la derecha se encuentra la Casa de la Calera, (hoy albergue de peregrinos del Camino de Santiago) porque era el lugar donde se guardaba la cal que se empleaba para la construcción de la Catedral Nueva y que en algún momento también sirvió de imprenta de la Universidad. Se entra a través de un arco de medio punto de grandes dovelas y nos encontramos con una disposición de 16 espacios verdes muy concretos e individualizados, con sus áreas interiores bordeadas con lonicera (Chamaecerasus nítida) y boj (Buxus sempervirens), en las que se recrean el hortus, con árboles frutales conservados de la anterior propiedad y el herbarius.
En ellas encontraremos alcachofa (Cynara scolymus), fresas (Fragaria sp.), altramuces (Lupinus sp.), etc., avellano (Corylus avellana), membrillero (Cydonia oblonga), cerezo (Prunus avium), olivo (Olea europaea), almendro (Prunus amigdalus), nogal (Juglans regia), laurel, (Laurus nobilis), etc. También menta (Mentha piperita), hierba luisa (Lippia citriodora), santolina (Santolina chamaecyparesus), lavanda (Lavándula oficcinalis), melisa (Melissa officinalis), hinojo (Foeniculum vulgare), etc., enriquecidas con otras plantas, algunas inusuales en los jardines de la ciudad como el helecho de escudo duro (Polystichum aculeatum), pucheritos (Campanula médium),vinagrillo rosado (Oxalis articulata), Candilera (Phlomis fruticosa), campanilla (Campanula persicifolia) acanto (Acanthus mollis), hortensia de invierno (Bergenia crassiflora), agapantos (Agapanthus africanus), hortensia (Hydrangea sp), minutisa (Dianthus barbatus), lobularia (Alyssum maritimum) etc.
El pozo y la morera
Destaca una morera de grandes dimensiones, junto a la escultura de la alcahueta, probablemente de la antigua plantación del jardín, que, tras la pérdida de una de sus ramas, fue reforzada con unos apoyos. Este ejemplar puede relacionarse con las plantaciones de moreras que se hicieron en Salamanca a finales del siglo XVIII y comienzos del XIX para la cría de gusanos de seda.
En el centro de los arriates, como elemento dinamizador aparece el pozo de la antigua casa que evoca al jardín de crucero ya visto en otros estilos de jardinería, pero aquí, probablemente con una simbología más romántica. Este pozo puede que esté conectado con el aljibe situado en la terraza inferior, y puede contar mil y una historias de amor representadas en los muchos candados que se cierran en sus horcones y que le conecta directamente con la obra de Rojas.
Ampliación en 1992: el jardín de El Visir
Paralelo a la Casa de la Calera se sitúa una pérgola con un emparrado de parras de uva (Vitis vinífera) que actúa como elemento de transición entre el Huerto y el espacio que surgió en 1988 cuando se derribó una vivienda aledaña que perteneció a Agustín Sánchez Manzanera apodado como “el Gran Visir”, en aquella fecha ya era propiedad de la Junta de Castilla y León, tenía dos partes bien diferenciadas: una la vivienda, en línea con el Patio Chico y la otra el jardín en la parte trasera. En el espacio de la primera se construyó un edificio y su jardín bajo el nombre de “el jardín de El Visir», que se uniría en 1992 al Huerto de Calixto y Melibea, pero diferenciado de este por una urbanización y jardinería distinta.
En este espacio podemos ver ejemplares inesperados en nuestra altitud: una palma canaria (Phoenix canariensis), palmera de California (Washingtonia filifera), dracena kiwi (Cordyline terminalis), plantados por “Candi”, su jardinero cuidador durante muchos años y un jazmín azul (Plumbago auriculata) regalados al Huerto en 1991 por un granadino residente en Salamanca, además de tejos (Taxus bacatta), bambú (Bambusa sp), acebo Ilex aquifolium), jazmín falso (Solanum laxum), parra virgen (Parthenocissus quinquefolia) o una reciente incorporación: un Ginkgo (Ginko biloba) Este nuevo espacio dispone de 1.439,22 m 2 y que ampliaría así el espacio verde.
En el año 2014, el Ayuntamiento realizó unas obras de mejora consistentes en la renovación de borduras, otros vegetales y la nivelación de los bordillos, así como la incorporación de jabres de dos tonalidades que permitieron darle tanto al Huerto como al jardín del Visir una mayor accesibilidad.
** La información sobre el Huerto de Calixto y Melibea ha sido extraída del artículo elaborado por Jacinto Pérez Jiménez. Técnico de jardinería y floristería-Historiador del Arte. Salamanca, abril 2020.
** Fotos: Carlos Macarro Alcalde