[La Opinión de Enrique de Santiago] O abres los ojos o te la pegas
Cuando naces, lo haces entre convulsiones, presiones de los músculos para echarte fuera, con la tensión por tener que salir por un orificio muy estrecho, dolores y angustias por lo que vendrá y no es ni siquiera intuido.
Cuando mueres, la tensión, la angustia, la presión y los dolores forman parte del proceso que finaliza con una parada cardiaca y el estertor de la muerte, la zozobra por lo que vendrá, si es que viene algo, el miedo a lo desconocido.
Ahora, estamos viviendo esos estertores de la muerte de una sociedad infestada por un cáncer, por una evolución a un mundo desconocido. Tras la edad media, surgió el estado moderno, el absolutismo, tras el que nace el estado liberal frente al que surgieron dos grandes cánceres: el comunismo y el fascismo, entre los que se hace hueco el Estado Social y democrático.
Es un recorrido que, a vuela pluma, nos acerca a nuestros días en los que entra en crisis el Estado democrático por el debilitamiento del Estado Imperial Americano y de su adversario, Rusia, que pierden su poder frente a China, India y el gran magma del Islamismo, de forma que los actores se transforman, los equilibrios se rompen, la economía se destruye como la teníamos organizada y los valores de libertad, igualdad y democracia son puestos en solfa por un gran comunismo chino, con desarrollo en Hispanoamérica, con los regímenes social-populistas de corte comunista, la India con poco valor de la vida humana y la dictadura religiosa de los Estados Islámicos, frente a una Europa que apostata de su cultura vital, unos Estados Unidos hastiados de ser el poli malo y las democracias cada vez más puestas en cuestión por los partidos satélites del comunismo internacional.
El equilibrio, la igualdad, la democracia, la seriedad intelectual, el respeto religioso, moral y político están en fase agónica, en un proceso cada vez más rápido de desaparición, acelerados, propagados y gestionados con el miedo, el enfrentamiento, la disociación y las generaciones de descomposición dicotómica: Blanco vs negro, hombre vs mujer, bueno vs malo, de forma que, además, se rupturen los conceptos en función del interés del vidente. Así, es bueno lo que comúnmente era considerado malo y viceversa para, con el constructo de la postverdad y postmodernidad, acallar a aquellos que hacen ver que el Rey va desnudo, así como con el soma de la libertad individual forjar discursos que únicamente consiguen el sometimiento social a la realidad previamente definida por el actor como deseable y que destruye la estructura social hasta el momento conocida, sin presentar una fortaleza que la sustituya.
Así, Europa minimizada, Estados Unidos en recesión moral y económica se enfrentan a un Coloso Chino, una potente Rusia, una creciente India y un, amorfo pero destructor, islamismo radical, de modo que nos acercamos a dictaduras crueles en las que el valor de la vida humana es igual a cero, que están destruyendo el planeta en su único interés y que someterán la voluntad de los ciudadanos.
El fascismo es la misma mierda que el comunismo, desarrollado desde diversa perspectiva, si bien del primero se suele salir, pues se genera en torno a figuras cesarianas que tienen la vida como límite y con su muerte finaliza el régimen; pero el comunismo, con iguales desarrollos, no se limita en el tiempo de la vida de un líder, pues se construye sobre la base de un partido, de una estructura que supera al ser humano que la dirige, de forma que es imposible salir vivo de él.
En lo que la sociedad, comenzando por la nuestra, no se fortalezca con líderes serios, intelectualmente preparados, defensores de la democracia, la transparencia y el servicio al bien común y solidifiquen un nuevo y más democrático Estado social que, sin miedos, sin complejos, resista la nueva forma que se nos viene o el futuro de nuestros hijos será la checa, el sometimiento al soma del líder político inconsistente moralmente y la lucha entre ellos consecuencia de las crispaciones que se irán generando por esa masa dirigente interesada en mantenerse sobre los cadáveres civiles o reales de sus conciudadanos… nos dirigimos a un nuevo modelo desconocido y tenebroso que se sustenta, como siempre, sobre la muerte del anterior.