La fotografía de hoy es de Chus Calles. Imagen de la Plaza del Corrillo con los soportales de la Plaza Mayor de Salamanca de fondo bajo la niebla.
A pesar de estar señalado como lugar violento y fronterizo entre los Bandos que dividieron la ciudad en la antigüedad, lo cierto es que, por el contrario, la plaza del Corrillo siempre fue un lugar de relación social, de comercio y especialmente de tránsito. Ocupó el corazón de la enorme Plaza de San Martín a la vera de la iglesia y luego fue mano derecha de la Plaza Mayor, a la que siempre miró desde arriba. Durante siglos fue lugar de mercado y trato, de recova que tanto atrajo la atención de Alarcón y que inmortalizó en sus escritos. El comercio, con el paso del tiempo, abandonó la calle y los soportales para encontrar asiento en los bajos de las casas. Allí tuvo local Centenera, Moneo, Mariano Rodríguez Galván y otros muchos ya casi olvidados. En los ochenta fue «Cátedra poética» del entrañable Adares y hoy, por las circunstancias, la hostelería la monopoliza casi en exclusiva. Pero siempre, siempre fue lugar de paso.