La fotografía de hoy es de Álex Gutiérrez. Imagen de uno de los laterales de la Catedral Vieja, junto a ella está la puerta de los Carros, por donde salían los que no superaban el examen en el que conseguían ser licenciados. Esta tradición estuvo vigente hasta el siglo XIX.

El aspirante debía demostrar que poseía el grado de bachiller para poder aspirar al grado de Licenciado, solicitando al maestroescuela, la prueba. Si tenía el grado de bachiller y ningún otro bachiller más antiguo se presenta se inicia el proceso para obtener el grado de licenciado.

Una vez iniciado los trámites el aspirante era presentado ante el claustro en el que pronunciaba un discurso en latín y era presentado por su padrino quien debía ser un doctor que atestiguaba que el aspirante era hijo legítimo, cristiano viejo y de buenas costumbres. Tras la presentación se fijaba la fecha para el examen que se celebraba en la Capilla de Santa Bárbara.

El bachiller pasaba la noche anterior al examen en vela en la capilla, por la mañana llegaban los doctores para examinarlo. Estos se sentaban en los bancos de la capilla, el maestrescuela lo hacía junto al evangelio y el aspirante y su padrino a los pies del sepulcro del obispo lucero. El bachiller debía realizar su exposición, que debía durar entre una hora y dos. Una vez hecha la exposición, se paraba para comer, gasto solventado por el bachiller, y después el tribunal iniciaba sus preguntas. Tras esto el tribunal votaba de forma secreta si el estudiante aprobaba o era reprobado.

Si el resultado de la votación era reprobado, el bachiller salía por las puerta de los carros como signo de su fracaso. Si aprobaba salía por la puerta grande de la Catedral y se iniciaban festejos por su aprobado.

Una vez aprobado se celebraba a los cuatro o cinco días la ceremonia de concesión del grado en la Capilla de Santa Bárbara en el que el ya licenciado juraba ser fiel a la universidad, en el siglo XVII a este juramento se añadió otro de fidelidad a la Inmaculada Concepción.