¿Salamanca la ciudad habitada más antigua de España?

Investigadores de la Universidad de Burgos han datado «con gran precisión» mediante arqueomagnetismo un yacimiento de la Edad del Hierro en Salamanca y han identificado un «peculiar fenómeno geomagnético».

En concreto, el estudio data mediante arqueomagnetismo el último calentamiento que experimentó un fuego arqueológico descubierto en la cabaña 1 del yacimiento ‘El Cerro de San Vicente’, muy ligado al origen de la ciudad de Salamanca y en el que se han descubierto recientemente varias piezas de fayenza procedentes del Mediterráneo oriental, entre las que destaca un amuleto de la diosa egipcia Hathor, precisa la UBU.

Las mismas fuentes universitarias explican que la datación obtenida es «muy precisa» (644-575 a.C.) y destacan que es «especialmente interesante» porque para el periodo de la primera Edad del Hierro (ca. 800 – 400 a.C), el radiocarbono no permite datar con precisiones menores de 400 años.

Si esto es así los primeros pobladores de Salamanca se habrían ido del Cerro de San Vicente en torno al siglo VII a.C. por lo que es probable que estuvieran allí siglos antes siendo así uno de los primeros asentamientos de la Península Ibérica que aún se mantienen poblados. Posteriormente el pequeño poblado se abandonó para asentarse en el teso de las Catedrales permitiendo mayor población y la construcción de la primera muralla de defensa.

Las ciudades más antiguas de España hoy pobladas de las que se tiene constancia son actualmente Jaén (siglo X a.C.), Cádiz (siglo XI a.C) y Sevilla (siglo VIII a.C.).

Además, los resultados han permitido identificar un «fenómeno singular» del campo geomagnético poco documentado hasta ahora en el suroeste europeo conocido como la «anomalía geomagnética de la Edad del Hierro», un fenómeno que consiste en valores excepcionalmente elevados en la intensidad del campo magnético (casi el doble que el valor actual). Es lo que se llaman en la antigüedad lugares de poder, en los que habitualmente se construía un templo o santuario.

Las mismas fuentes precisan que esta existencia había sido documentada en regiones del mediterráneo oriental y central mientras que su evidencia en la península ibérica es «bastante escasa». El trabajo también data, mediante arqueomagnetismo, fragmentos de escorias lo que demuestra que son «varios siglos más antiguos de lo que originalmente se pensaba».