«Hoy comienza esta en ciudad la feria que entre nosotros ha venido á llamarse de Setiembre, por el mes en que se verifica, y la cual no deja de tener su origen histórico que juzgamos oportuno reseñar. Era ya trascurrida la primera mitad del siglo XV. España gemía devastada por la ambición de unos y por el descontento de la mayor parte de la nación, que solo veía en su rey Enrique IV al hombre disoluto, torpe y deshonesto, mas bien que al gobernante de una nación ya trabajada por guerras intestinas y que cual nave fatigada por los vientos y por la tempestad necesitaba de un piloto sabio que enderezase con rigor su rumbo, y no la dejara arrastrar y al acaso precipitarse en el abismo. Enrique IV, si bien de vivo y ferviente ingenio, era de corazón débil y todo él lleno de torpezas. A los descuidos de su padre agregaba vicios mayores, y se veía que el gobierno de la nación le era muy pesado y que en sus manos corría el riesgo de peligrar. Sobrado sabidas son de todos sus aficiones á Dª Catalina de Sandoval, á quien después hizo abadesa del monasterio de San Pedro de las Dueñas en Toledo» -y mas tarde á Dª Giomar, con los escandalosos sucesos ocurridos entre esta y la reina; no menos sabida es la vergonzosa é ignominiosa información jurídica hecha por el rey para acallar los rumores de ilegitimidad de la Infanta D.a Juana, llamada la Beltraneja. Por éstos y muchos otros escesos de aquella época, que fuera largo referir, la situación del reino se iba haciendo por demas triste y aflictiva; el descontento cundía por todas partes; percibíanse los preludios de una tempestad terrible que había de conmover á toda la nación hasta en sus cimientos; y presagiábanse sus funestos efectos, El rey veia con desconfianza ai arzobispo de Toledo, antes su mejor confidente y amigo, y al marqués de Villena, por suponer que en las diferencias con el de Aragón no le habían servido con lealtad. Declaráronse estos dos descontentos, y á ellos se agregaron el almirante de Castilla, el linaje de los Manriques, D. Pedro Girón maestre de Calatrava, y mas tarde los condes de Alba y de Plasencia, y el rey de Aragón. Fué su primer intento apoderarse de los infantes Don Alonso y Dª Isabel, hermanos de D. Enrique, mas su empresa fracasó, por que el Obispo de Salamanca Don Gonzalo, á la sazón en Valladolid, previno oportunamente á los reyes el peligro que les amagaba. En Salamanca entonces, como en gran parte de las poblaciones del reino, y acaso más en esta por su proximidad á los sitios que recorrían los conjurados, estaban, muy encendidos los ánimos y muy enconadas las pasiones. La mayor parte de la población la componían los descontentos, dirigidos por D. Pedro González de Ontiveros que se hallaba apoderado del Alcázar de S. Juan, fuerte colocado sobre una de las puertas de las ciudad, muy terrible por la magnífica posición que ocupaba y por la defensa que daba á esta contra las artes de la guerra poco adelantadas todavía en aquella época. Hízose preciso para recobrar esta ciudad y su alcázar de san Juan las tropas leales, viniese desde Pruna en Andalucía, Don Suero Solis, que logró apoderarse, de uno y otro, echando de la ciudad á Ontiveros y sus secuaces, por cuyo hecho de armas y en confianza de su , lealtad el rey le cedió dicho alcázar. Mas temiendo después esta ciudad que aquella fortaleza fuera otra vez guarida de descontentos y centro de los desleales á su rey, la mandó arruinar como también la Iglesia de S. Juan que en 1489 se incorporó á la de S. Bartolomé, privando, con esto á nuestra ciudad artística, de uno de esos monumentos arquitectónicos que tantos recuerdos históricos la habían reservado y que como muchos otros cedió al empuje destructor de la piqueta. Cuanta seria la importancia que en aquellas épocas turbulentas tuviera el Alcázar de San Juan de esta ciudad, y cuanto el aprecio del monarca al verle derribado, que en reconocimiento de este hecho concedió á la ciudad muchas mercedes y entre ellas la feria franca que desde 1469 viene verificándose todos los años, del 8 de Setiembre al 21 del mismo mes. He aquí, las palabras con se encabezaba el privilegio: «E por los muchos servicios, é leales, é buenos, señalados oficios, que vosotros me habéis hecho, é facedes cada dia, é ficieron vuestros antepasados á los Reyes onde venimos por la grande fidelidad, que yo siem pre en vosotros, é en el Revérendo Padre Fr. Gonzalo de Vivero Obispo de esa Ciudad, é Oidor de la mia Audiencia, é mi Consejo,é de el Dean, é Cabildo de ella, é en el Rector, é Doctores é Universidad etc….»
nota: Durante el obispado de D. Narciso Martínez Izquierdo (1874-1884), con el objeto de reavivar la devoción a la Virgen de la Vega se decretó la celebración solemne de su fiesta el día 8 de septiembre, día de la Natividad de la Virgen, coincidiendo con las ferias y fiestas de la Ciudad. D. Narciso, posteriormente fue elegido primer obispo de la recién creada diócesis de Madrid-Alcalá y murió asesinado, de tres disparos, por el cura Galeote el 19 de abril de 1886 en las escaleras de la Catedral de San Isidro de Madrid cuando se dirigía a oficiar misa.
ORIGEN DE LA FERIA DE SALAMANCA. Artículo de La Provincia : revista salmantina Año I Número 52 – 1867 septiembre 8
Fotografía 1: Fundadores de la Plaza de Toros de la Glorieta, Venancio Gombau.
Fotografía 2: Construcción de la Plaza de Toros de La Glorieta, Luis González de la Huebra.
Fotografía 3: Paseíllo en la plaza de toros de “la Glorieta”, 1893. Autor desconocido. Archivo Huebra. La familia de Luis González de la Huebra, propietaria de esta fotografía de autor desconocido, ha conservado esta imagen como una de las primeras obtenidas en una corrida en la plaza de toros de “la Glorieta”. No parece tratarse de la corrida de inauguración, si damos por ciertas algunas de las crónicas en las que se puede leer que el paseíllo quedó deslucido por la lluvia, pero lo innegable es la antigüedad de la imagen y su extremada cercanía en el tiempo a la inauguración de la plaza de “La Glorieta”.