La historia de la Virgen de la Vega: de dónde viene su nombre y por qué celebramos su fiesta estos días

La patrona de Salamanca, cuya festividad se celebra el día 8 de septiembre, debe su nombre a su primera ubicación, en un monasterio junto a la vega del río. Más tarde, se trasladó a la desaparecida iglesia de San Polo, y antes de llegar a su ubicación actual en la Catedral, estuvo tras los muros del convento de San Esteban, estuvo colocada en la parte inferior del retablo mayor del Convento de San Esteban, obra de José Benito de Churriguera.

La Virgen de la Vega, es la patrona de la ciudad de Salamanca desde hace siglos. Cuenta la historia que la Virgen ayudó a los salmantinos y los defendió del asalto de las tropas que querían invadirla en 1706 durante la Guerra de Sucesión Española.

El historiador del Arte y técnico de la Catedral de Salamanca, Raúl Benito, recuerda los orígenes de una talla que en estos días se ubica a los pies del altar mayor de la Catedral Nueva para celebrar su tradicional novena previa a su festividad. “Primero ocupó la capilla del presidente, en la Catedral Nueva, hasta que el obispo Barbado Viejo colocó la imagen de la Virgen en el retablo de la Catedral Vieja, porque creía que era el lugar para la patrona”, apunta. Además, impulsó la devoción a esta imagen mariana, “con una novena, los nueve días antes de la fiesta, y una ofrenda floral, el día 7, que ahora no se puede celebrar por la pandemia”, aclara Benito.

Con anterioridad, en el retablo de la Catedral Vieja estaba colocada la Virgen de la sede, del siglo XIV, que da nombre al templo más antiguo, “y que se conserva en las salas capitulares del claustro”. Esta imagen sustituyó a una anterior parecida, del siglo XII.

Junto a la sede del obispo

La patrona está emplazada en la sede, debajo del retablo, donde se ubica el asiento y sede del obispo, “que sólo puede ser ocupada por el prelado, como cabeza de la diócesis, y cuando preside un ministro que no es el obispo, o un canónigo, se sienta en otra sede inferior ubicada delante”.

En cuanto a la iconografía de la Virgen de la Vega, como detalla este historiador del Arte, “hay que fijarse en tres aspectos”. Por un lado, que la Virgen es reina, “es madre y sede a la vez”. En concreto, está sentada en un trono, “y es trono a la vez en el que está sentado sobre sus rodillas el niño Jesús”. Además, la Virgen es idea de sede de la sabiduría, “aunque está sentada en su propio trono, se muestra como intercesora entre Dios y los hombres”.

El modelo iconográfico que muestra la Virgen, como detalla este historiador del Arte, “es un modelo con cierto avance, porque las imágenes más primitivas el niño está sentado sobre sus rodillas, y en este caso, está sobre la rodilla izquierda, y vemos como la mano derecha está bendiciendo, y con la otra, sujeta un libro que se muestra como la luz del mundo, representando esa sabiduría”.

María como trono

Otro mensaje que transmite la iconografía de Nuestra Señora de la Vega es la idea de María como trono del niño, “con los brazos abiertos, acogiendo al niño y con el otro sujetando la azucena, que transmite la idea de brazos abiertos, como dice el himno a la patrona: abre madre tus brazos al pueblo que aquí llega”, subraya. Asimismo, la Virgen es reina, y se refleja con su corona, y la flor, “porque ha florecido”.

Cabe recordar que la talla de la Virgen de la Vega está realizada en madera y ha sido revestida en placas de bronce dorado, “probablemente de talleres salmantinos, ya que desde el siglo XII hay talleres de orfebrería y de joyería, y es probable que fuera realizada en ellos”. Existen otras imágenes así revestidas, como la imagen de Santa Fe, de Conques, en Francia; o la Virgen del Tesoro de Toledo, la de la Sede, en Sevilla o la del Sagrario, en Plasencia, “que repiten ese mismo modelo iconográfico”.

Este modelo iconográfico, que representa a la Virgen sentada, como trono del niño y como madre, según indica Raúl Benito, “responde a una influencia bizantina que se repite en el siglo XII y continúa en el XIII y en el XIV, cuando se empieza a reflejar a la Virgen de pie, primero con el niño en el centro, después, hacia la rodilla izquierda, y poco a poco, vamos viendo cómo tiene cierta comunicación con la madre”.

En el caso de la Virgen de la Vega, “tanto la madre como el hijo miran hacia adelante, hacia el fiel, pero poco a poco se va mostrando cierto movimiento y cambio en la iconografía a partir del siglo XIV, cuando empiezan las representaciones de la Virgen de pie, como la de la Sede, o la que se conoce como la Virgen del Pajarito, en el presbiterio de la Catedral Vieja, o la Virgen de la Cabeza, en la capilla de su nombre, en la Catedral Nueva”.

 

Servicio Diocesano de Comunicación Social.