[APFS] El otro maltrato infantil, el que no se ve


El Síndrome de Alienación Parental o SAP es un conjunto de síntomas, que se produce en los hijos, cuando un progenitor, mediante distintas estrategias, transforma la conciencia de los niños con objeto de impedir, obstaculizar o destruir sus vínculos con el otro progenitor. Llegando a generar odio en los niños mediante un proceso de programación o “lavado de cerebro”, al tiempo que establece un pacto de lealtad y un vínculo afectivo con el progenitor alienador que lo vuelve dependiente de sus pensamientos y razones.

El síndrome de alienación parental (S.A.P) es un término que fue acuñado por el profesor de psiquiatría Richard Gardner en 1985 para referirse a lo que él describió como un desorden psicopatológico en el cual un niño, de forma permanente, denigra e insulta sin justificación alguna a uno de sus progenitores, generalmente, pero no exclusivamente, el padre y se niega a tener contacto con él.

El (SAP) se asocia principalmente con los procesos de divorcio y separación. De hecho, Richard Gardner, subraya en un artículo del año 2001, que el SAP se origina en los procesos judiciales de divorcio.

La manipulación de los hijos por parte de un cónyuge, o el entorno familiar de éste, con intención de que rechace a su otro progenitor es un tipo de violencia psicológica que constituye maltrato infantil, hecho que produce una grave perturbación en el niño, pudiendo llegar a inducir en estas víctimas, depresión crónica, incapacidad de funcionar en un ambiente psico-social normal, trastornos de identidad y de imagen, desesperación, sentimientos incontrolables de culpabilidad, sentimientos de aislamiento, comportamientos de hostilidad, falta de organización, trastornos de personalidad, esquizofrenia y a veces suicidio.

¿Cuáles son las estrategias de un progenitor alienador?

Aislamiento: absoluto control y entorpecimiento de las comunicaciones del niño con su progenitor y su familia extensa. Cuando la edad del hijo se lo impide, es habitual que permitan las comunicaciones, pero manteniendo una estrecha supervisión sobre ellas.

Entorpecimiento de las reflexiones individuales del niño consigo mismo.

La intención del progenitor alienador es excluir al otro progenitor de la vida de los hijos, por esto, impedir que lleguen al niño mensajes que puedan poner en peligro la credibilidad de sus postulados, es imprescindible.

Inculcación de argumentos denigrantes e injuriosos que construyen en la menor creencia, emociones y conductas que considera elaboradas por sí mismo, en donde expresan su odio hacia el progenitor rechazado, junto con su defensa extrema del progenitor alienador.

Entorpecimiento del contacto físico, utilizando mil excusas para entorpecer, limitar en el tiempo o evitar los contactos entre progenitor e hijos. Así los hijos enferman, tienen actividades extraescolares, el cumpleaños de un niño de su clase, etc., siempre en los horarios que le corresponden al otro progenitor, aumentando estas situaciones especiales en cantidad y frecuencia.

El miedo: Presión emocional, escenarios prestados y terrores inculcados por el progenitor alienador, provocando en el hijo toda la ansiedad posible ante la separación del progenitor alienador. El miedo se convierte en un instrumento eficaz para provocar una fuerte dependencia psicológica de los hijos hacia el alienador.

Y en casos más severos…el rapto: El distanciamiento físico como estrategia de aislamiento del hijo del progenitor alienado, se resume de modo habitual en el traslado a otra ciudad o provincia e incluso a otro país.

¿Cuáles son las conductas llevadas a cabo por el alienador?

No pasar las llamadas telefónicas a los hijos, llegar tarde a las visitas, inventarse enfermedades, citas, olvidos, etc.

No informar al otro progenitor de actividades relevantes en el desarrollo evolutivo de los hijos, como pueden ser actividades escolares, actos culturales, encuentros deportivos en los que participen, en algunos casos fechas de comuniones, etc., incidiendo en mayor profundidad y relevancia emocional.

Suplantar el papel del otro progenitor (presentando a su nueva pareja a los hijos como su nuevo padre o su nueva madre), mientras inicia la campaña de desvalorización, injurias y ataques a éste delante de los hijos.

Impedir que el otro progenitor ejerza su derecho de visita y evitar que intervenga en su vida.

Extender a su entorno próximo su influencia, implicando a su familia extensa en sus acciones de programaciónTomar decisiones relevantes en la vida de sus hijos sin consultar al otro miembro (cambio de colegio, visita a especialistas sanitarios, intervenciones quirúrgicas, etc).

En su deseo de expulsión del progenitor alienado de la vida del hijo, alcanza nuevas áreas como la académica, impidiendo que acceda a sus expedientes y al conocimiento de su marcha escolar.

En su ausencia, no cuenta con el otro progenitor dejando a los hijos con otros sujetos distintos a su madre o padre, aunque éste se encuentre disponible.

Amenazar a los hijos con castigarlos si se atreven a ponerse en contacto con él.

Llevar a cabo acusaciones falsas de abusos sexuales y malos tratos, implicando a sus hijos en conflictos de lealtades cada vez más fuertes, no dudando en usar como apoyo y testigo en los juicios a sus hijos.

Reforzar continuamente las poderosas razones que tienen sus hijos para odiar a su progenitor, recalcando aquellas ideas que le muestren peligroso para ellos.

No quiero terminar mi artículo, en este 25 de abril día internacional contra el maltrato infantil, sin hacer mención del magnífico trabajo que están desarrollando en España muchísimos jueces, abogados, fiscales y psicólogos por erradicar uno de los cánceres de las separaciones matrimoniales con hijos, la alienación parental.

Juan Carlos López Medina
Presidente Nacional APFS