La ruta para contemplar las mejores vistas del Duero en Villarino

Los senderos de las Arribes del Duero que se asoman al imponente cañón del río son una gozada para los amantes de caminar por la naturaleza. Pequeñas veredas usadas en su día por los vecinos de los localidades arribereñas para acceder a sus viñas, olivares y campos de almendros. En algunos municipios mejor que en otros, esos senderos se mantienen vivos para que el visitante camine por un interminable balcón que nos ayuda a entender mucho mejor la magia de uno de los parque naturales más bellos y desconocidos de toda España.

Entre las rutas de senderismo que descienden hasta las proximidades del lecho del Duero, destacan las que se pueden hacer en Aldeadávila de la Ribera, que normalmente cuentan con un mantenimiento extraordinario. Pero en esta ocasión viajamos a la vertiente más desconocida de las Arribes. Villarino de los Aires destaca por parajes repletos de misterio y magnetismo como el teso de San Cristóbal y por cascadas como el Desgalgadero. Pero también tiene el privilegio de ver cómo el Tormes desemboca en el Duero y cómo el cañón de este último comienza a tomar altura. En las últimas semanas, el Ayuntamiento de Villarino se ha ocupado de desbrozar y limpiar los principales senderos del municipio entre los que se encuentra el de los Piconitos.

Se trata de una ruta señalizada con balizas blancas y verdes de solo 8,2 kilómetros y de dificultad moderada. Tras abandonar el casco urbano de Villarino, nos encaminamos hacia el Duero entre pequeños huertos y campos de cultivo. Son los últimos vestigios de lo que en su día fue una importante labor agrícola donde toda la ladera del río estaba cubierta de bancales. Precisamente el sendero de los Piconitos comienza a zigzaguear si perder de vista al curso del Duero. En este punto el río forma un meandro antes de encaminarse hacia Pereña de la Ribera. Algunos olivos, almendros y pequeñas viñas resisten entre la maleza y nos recuerdan el pasado fértil de unas tierras donde en el lado portugués se siguen cultivando con el esfuerzo que supone una orografía tan complicada.

Una vez que llegamos al punto más bajo de la ruta, el sendero hace un giro a la derecha para seguir en paralelo al río en dirección a la desembocadura del Tormes. Cruzaremos algún pequeño arroyo y nos toparemos con matorrales bajos, vegetación de ribera y algún que otro enebro. Pronto veremos al fondo la inconfundible presa de Bemposa y los colores amarillo chillón con los que hace algunos años pintaron parte de sus muros. En este punto el río Tormes desemboca en el Duero en el conocido como paraje de Ambasaguas. No hará falta llegar hasta él porque a la altura del kilómetro 4,7 tomamos un desvío a la izquierda para comenzar a tomar altura por un bonito sendero donde tendremos la vista del río Tormes antes de morir en el Duero. Ante nuestros ojos, tres territorios diferentes: la provincia de Zamora, Portugal y Salamanca.

Esta vereda muere en la carretera que une Villarino con Ambasaguas y que permite regresar a la localidad tras completar una de las rutas más agradecidas que se pueden hacer en las Arribes del Duero.

La Gaceta de Salamanca