El rico patrimonio milenario que está sin explotar en Salamanca

No todos los monumentos están señalizados ni figuran en las guías de turismo. Así lo demuestra el hecho de que la provincia de Salamanca esconda 168 monumentos megalíticos, según los expertos. De este total, 75 ya se han estudiado, 65 están en ciernes y 28 no se han llegado a localizar. Pero, salvo contadas excepciones, la mayor parte de estos monumentos siguen siendo unos grandes desconocidos y su explotación turística es mínima, a pesar de que podrían convertirse en un gran reclamo para el medio rural.

Ciudad Rodrigo acogió el año pasado una exposición en la que se detallaban los distintos dólmenes existentes en la provincia, además de una jornada divulgativa en la que los expertos revelaron la situación crítica de estas colosales obras de piedra, ya que de los 168 elementos catalogados, han desaparecido 94, es decir, un 56% (más de la mitad). Y todo por el desconocimiento de su identidad.

Para apreciar el valor de este legado es necesario remontarse a la prehistoria, concretamente a finales del Neolítico. Estas construcciones ciclópeas tenían diversas funciones: funeraria, religiosa o como hito, correspondiendo esta última a una sociedad más sedentaria, en la que se comenzaban a marcar los límites de las propiedades.

La comarca mirobrigense aún alberga, afortunadamente, restos de esta arquitectura prehistórica: los castillos de Villar de Argañán; el castillejo de Martín de Yeltes; la ermita de Vega de Sepúlveda, en Castraz; la huerta de Las Ánimas, en Fuenteguinaldo; la Casa del Moro y las Helecheras, ambas en Casillas de Flores; por último, Ciudad Rodrigo atesora varios megalitos —en Ravida, Pedrotoro y Sanjuanejo—.

Y es que algunas de estas estructuras se han ido reconvirtiendo, con el paso del tiempo, en iglesias o chozas. Algunas se conservan en condiciones óptimas, mientras que otros muestran significativas alteraciones. En la actualidad se han llevado a cabo acciones para estudiar los megalitos aún en pie, y también para su recuperación y conservación.

La Gaceta de Salamanca