Escapada a Las Batuecas, remanso de paz
Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua, estar en Las Batuecas es estar distraído y ajeno a aquello de que se trata: es decir, absorto y embelesado. Son sensaciones que siguen sintiendo los visitantes de este valle protegido por escarpadas montañas. Su orografía intrincada, rodeado de las cumbres de la Sierra de Francia, lo convirtió en refugio de la fauna local y de algunos eremitas. Incluso el propio Lope de Vega se refirió a él como “perpetuo lugar de felicidad”.
Si a ello añadimos las valiosas pinturas rupestres del Neolítico que se descubren en las cuevas y abrigos del valle, el alto valor cultural de las leyendas sobre Las Batuecas, y el conjunto arquitectónico y etnográfico del pueblo de La Alberca, nos encontramos con un espacio casi sin parangón dentro de toda Castilla y León. En lo más profundo del valle está enclavado el convento carmelita de San José y de su misma puerta parte un recorrido a pie que se dirige hacia la cascada del Chorro y que permite conocer de primera mano todas las bellezas paisajísticas de Las Batuecas.
Se puede dejar el vehículo en el aparcamiento existente, a unos 500 metros del convento, para disfrutar andando de este espectacular entorno.