Lugares para no perderse estos días en Salamanca
Ya lo dijo Miguel de Unamuno: “Estaríase uno las horas muertas contemplándola fluir, dejándose ganar el espíritu por la sensación purísima que su constante curso nos produce”. Así es la cascada del Pozo de los Humos, sin duda la más espectacular de la provincia, y una de las más singulares de España. Y es que este lugar mágico, donde el agua se convierte en humo, no solo dejó boquiabierto al pensador vasco, sino que sigue hechizando a todo aquel que la visita.
Tras dos semanas de abundantes lluvias, la cascada ofrece en este momento su estampa más impresionante, como prueba que también el agua corra estos días por el conocido como Pozo de las Vacas, a la izquierda del salto. Se trata de una imagen única, de la que solo puede disfrutarse tras un intenso periodo de precipitaciones como el que se ha registrado en la provincia desde que arrancó febrero.
Para disfrutar de esta caída de 50 metros del río Uces (las cataratas del Niágara sólo la superan en dos) hay dos opciones: La primera es desde la localidad de Masueco por la senda que lleva hasta la parte superior del salto de agua. En esta zona, acordonada para evitar accidentes, se han instalado diferentes miradores y una espectacular pasarela voladiza que sitúa al visitante justo encima de la cascada en una vista vertiginosa.
La segunda opción es dirigirse al pueblo de Pereña de la Ribera y bajar por un sendero (caminando son 5 kilómetros ) hasta el mirador para disfrutar de otra espectacular vista, esta vez frontal, de todo el Pozo de los Humos. El camino también puede recorrerse en coche hasta el aparcamiento que hay a tres kilómetros.
La cascada que esconde el corazón de Las Quilamas
Es una de las cascadas más desconocidas de la provincia y eso también la convierte en una de las más especiales. Y es que la cascada de Gancho Bermejo, en el arroyo de La Palla en Valero, es otra de las visitas obligadas estos días.
Situada es otro de los rincones de mayor valor natural, como es la Sierra de las Quilamas, se trata de una doble cascada que forma una gran poza de aguas frías y transparentes, ideal para disfrutar de ella durante el verano.
Las últimas lluvias han hecho también que estos días el salto muestre su mejor cara, aunque bajar hasta su base solo es apto para senderistas experimentados. Este antigua zona que en su día solo era conocida por los cabreros y los vecinos de Valero ha comenzado poco a poco a atraer visitantes, que disfrutan además de un entorno natural de lujo.
La ruta para llegar hasta ella parte desde la piscina natural de Valero para a continuación ascender por el conocido como Camino de los Nogales. Rodeados por madroños y robles, la senda conduce hasta otro espectacular rincón, como es El Robledillo, con sus altísimos pinos de repoblación. A partir de ahí comienza el descenso, que acaba desembocando en el arroyo del Horcajo, que es el que conduce a la famosa cascada de La Palla.
Esculturas acuáticas en las “ollas” de Monléon
Monleón no sólo es uno de los pueblos más antiguos de la provincia sino que también es el punto de partida para descubrir uno de los rincones naturales (y también históricos) más singulares de Salamanca. Se trata de las “Ollas de la Sapa”, un paraje granítico con el río Alagón como gran protagonista.
El camino para llegar a este paisaje modelado por el agua parte de la famosa Puerta del Sol de la localidad. Desde allí y en dirección a El Tornadizo habrá que recorrer poco más de cuatro kilómetros para llegar a lo que en geología se conoce como “marmitas de gigante”, que son las cavidades formadas por el agua en la roca.
El paseo hasta las famosas ‘ollas’ de Monleón depara también sorpresas, como los restos del antiguo poblado de Monte El Alcaide, de la época altomedieval, donde incluso pueden intuirse algunas viviendas, como explica el alcalde la localidad, Juan María de Arriba.
Su ubicación en un cerro privilegiado hicieron que este lugar fuese ocupado desde tiempos prerromanos, como confirman las pizarras grabadas en latín que se encontraron en su día. También se han hallado restos visigodos y la prueba está en las numerosas tumbas y lagares excavados en las rocas graníticas. Toda la historia que atesora la zona dota a la “Olla de las Sapas” de un halo místico que la hacen aún más especial.
El “Cachón de Carranzo”, una cascada por descubrir
Otra de las visitas obligadas estos días es el ‘Cachón de Carranzo’, ubicado en el término de Saucelle. Es otra de las cascadas más desconocidas de la provincia, aunque muy vistosa en esta época de lluvias. Eso sí, para acceder a ella hay que tener mucha precaución porque el terreno es abrupto.
Se trata de un gran chorro de agua que supera los 40 metros de altura y que al precipitarse entre las paredes de granito forma una gran cola de caballo.
El salto está enclavado en un entorno natural único, donde pueden verse además buitres leonados, alimoches y milanos.
Puede accederse en coche hasta el conocido como puente de Carranzo, para ascender por uno de sus laterales y cruzar conocido como regato de La Ribera.
El gran salto del Camaces entre paredes de granito
En pleno corazón de las Arribes está el ‘Cachón del Camaces’, otro de los saltos de agua más espectaculares que hay en la provincia y que estos días luce en todo su esplendor.
En el término municipal de Hinojosa de Duero, y dentro de la red “Paisajes de las Arribes. Ruta de los Miradores”, la cascada del río Camaces se sitúa muy cerca de su desembocadura en el río Huebra. Se trata de otro de lugar de la provincia que bien merece una visita, especialmente ahora tras dos semanas de lluvia.
Para llegar hasta allí habrá que tomar la carretera que une Saucelle con Lumbrales. Justo a 14 kilómetros de la primera localidad y a 10 de la segunda hay un pequeño aparcamiento donde dejar el coche. También se puede acceder desde la localidad de Hinojosa, por la carretera que va a Saucelle.
Junto al aparcamiento se encuentra también el mirador desde el que poder contemplar este cachón o “chorro de agua que cae desde poca altura y rompe formando espuma”, como así lo define la Real Academia de la Lengua. Y eso es, precisamente, lo que hace el río Camaces cuando se despeña decenas de metros entre las paredes graníticas.
Igual que ocurre con su hermano mayor, el Pozo de los Humos, la cascada provoca al caer una nube de espuma que llama la atención de todo el que se acerca a este otro rincón de la provincia mucho más desconocido.
También es posible descender hasta su base, aunque para ello habrá que seguir un sendero no del todo seguro, especialmente tras las lluvias de las dos últimas semanas y sobre todo si se acude con niños o con personas poco habituadas a caminar por la naturaleza.
Otros saltos para no perderse
Pozo Airón
A la sombra del Pozo de los Humos, el Pozo Airón es otro de los saltos de agua que hay que conocer en Salamanca. La particularidad de esta cascada es que puede verse desde su interior adentrándose en la pequeña cueva que hay por detrás del salto. El camino, que parte de Pereña de la Ribera, es estrecho y en determinados lugares (especialmente en la parte final) puede ser complicado para los senderistas menos experimentados, pero la belleza del salto bien merece la pena.
Cascada de Pinero
Otro de los saltos para no perderse estos días. Se ubica en el término municipal de Masueco y solo aparece tras un periodo fuerte de lluvias. Son más de 15 metros de salto de agua, que baja a través de las rocas. Igual que ocurre con el Pozo Airón también puede verse desde la parte de atrás de la cortina de agua gracias a un sendero que llega a la misma base .
Cachón de la Diabla
Es otra de las cascadas de la provincia que hay que visitar en época de lluvias. Enclavada en el parque natural de las Arribes del Duero, concretamente en el término municipal de Sobradillo, para llegar a ella habrá que recorrer cinco kilómetros. Igual que en las “ollas de la sapa” de Monléon, también aquí hay una marmita de gigante (cavidad hecha por el agua) en la roca granítica. La misma ruta del Cachón de la Diabla, lleva también hasta el Cachón del Berrido.